CAJÓN DE SASTRE: El día que nos hicimos italianos: Boscán y Navagero, por Raúl Molina. Junio 2012
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Grabado de la carta
de Boscán a la Duquesa de Soma
en los Jardines del Generalife de la Alhambra de
Granada
|
Las
formas de entender determinadas realidades varían a través del tiempo gracias a
la acción de genios que intervienen sobre ellas: en 1492 se da por finalizada
la Reconquista con la caída del Reino de Granada de forma que los Reyes
Católicos logran un principio de unidad política y territorial, esto hace que
los aspectos bélicos pasen a un segundo plano y puedan empezar a cuidarse los
elementos culturales. Durante esos años, concretamente entre 1487 y 1492, nace
en Barcelona Juan Boscán, que en 1526 iba a tener una interesante conversación
con Navagero, poeta italiano, que sería uno de los puntos de inflexión más
importantes de la historia de la poesía española, pues fue a partir de este
momento cuando entraron en la Península los metros italianizantes y todas las
ideas de corte petrarquista (¡Somos europeos!). Sin embargo, antes de llegar a
ese punto es conveniente ver cómo era la situación de la poesía en el s.XV:
La
primera de las dos corrientes importantes durante el “siglo de las
innovaciones” fue la popular, materializada en los romanceros. En ellos se
recopilaban poemas narrativos que se apoyaban en el metro octosilábico y que
versaban sobre una gran variedad de temas. Pertenecían a la tradición oral,
siendo fijados por escrito en cancioneros como el Cancionero general de Hernando del Castillo (este recoge tanto
poemas populares como cultos) o en pliegos sueltos. A continuación podemos ver
dos ejemplos de este tipo de composiciones, uno de ellos de temática fronteriza
y el otro de corte amoroso:
Abenámar y el rey don Juan
«Abenámar, Abenámar,
moro de la
morería,
el día que tú
naciste
grandes señales
había.
Estaba la mar
en calma,
la luna estaba
crecida;
moro que en tal
signo nace,
no debe decir
mentira.»
Allí
respondiera el moro,
bien oiréis lo
que decía:
«No te la diré,
señor,
aunque me
cueste la vida,
porque soy hijo
de un moro
y una cristiana
cautiva;
siendo yo niño
y muchacho
mi madre me lo
decía:
que mentira no
dijese,
que era grande
villanía:
por tanto
pregunta, rey,
que la verdad
te diría.
«Yo te
agradezco, Abenámar,
aquesta tu
cortesía.
¿Qué castillos
son aquéllos?
¡Altos son y
relucían!»
«El Alhambra
era, señor,
y la otra la
mezquita;
los otros los
Alijares,
labrados a
maravilla.
El moro que los
labraba
cien doblas
ganaba al día
y el día que no
los labra
otras tantas se
perdía.
El otro es
Generalife,
huerta que par
no tenía;
el otro Torres
Bermejas,
castillo de
gran valía.»
Allí habló el
rey don Juan,
bien oiréis lo
que decía:
«Si tú
quisieras, Granada,
contigo me
casaría;
daréte en arras
y dote
a Córdoba y a
Sevilla.»
«Casada soy,
rey don Juan,
casada soy, que
no viuda;
el moro que a
mí me tiene
muy grande bien
me quería.»
Fonte frida
Fonte frida, fonte frida
fonte frida y
con amor,
do todas las
avecicas
van tomar
consolación,
sino es la
tortolica,
que está viuda
y con dolor.
Por ahí fuera a
pasar
el traidor del
ruiseñor;
las palabras
que le dice
llenas son de
traición:
«Si tú
quisieses, señora,
yo sería tu
servidor.»
«Vete de ahí,
enemigo,
malo, falso,
engañador,
que ni poso en
ramo verde
ni en ramo que
tenga flor,
que si el agua
hallo clara
turbia la
bebiera yo;
que no quiero
haber marido
porque hijos no
haya, no;
no quiero
placer con ellos
ni menos
consolación.
¡Déjame triste,
enemigo,
malo, falso,
mal traidor;
que no quiero
ser tu amiga
ni casar
contigo, no!»
La segunda corriente importante es la
culta, elaborada principalmente en las cortes de Juan II, Enrique IV y los
Reyes Católicos durante el siglo XV. Las formas principales eran la canción y
el villancico, en las que se trataban temas religiosos, amorosos, morales y
satíricos. En este caso, la gran mayoría de textos se han transmitido por
escrito y son de autor conocido, siendo los más avalados, por la crítica y la
tradición, Juan de Mena, Jorge Manrique
y el Marqués de Santillana.
Juan de Mena
Canción
Oiga tu merced y crea,
¡ay de quien
nunca te vido!
hombre que tu
gesto vea,
nunca puede ser
perdido.
Ya la tu sola virtud,
hermosura sin
medida,
es mi todo bien
y vida
con esfuerzo de
salud;
quien tu vista
ver desea,
hablará no
enfengido:
hombre que tu
gesto vea,
nunca puede ser
perdido.
Pues tu vista me salvó,
cese tu saña
tan fuerte;
pues que,
señora, de muerte
tu figura me
libró,
bien dirá
cualquier que sea,
sin temor de
ser vencido:
hombre que tu
gesto vea,
nunca puede ser
perdido.
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Retrato de Dante
Alighieri por Sandro Botticelli
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Para
entender lo que vendría después con Boscán el día que habla con Navagero hay
que viajar de nuevo en el tiempo a la Italia de finales del XIII, donde se
había iniciado un movimiento que iba a recibir posteriormente el nombre de
Renacimiento, porque su objetivo fue echar la vista hacia la Antigüedad Clásica
para tratar de hacer que “renacieran” las ideas artísticas y filosóficas de
aquellos magnos siglos. Ello hizo que se popularizaran entre los escritores las
ideas del bucolismo pastoril propias de Virgilio, el neoplatonismo, la
mitología, el amor cortés…
Ya
en la Vita Nuova de Dante vemos la destacada importancia de una
forma poética que se ha popularizado en Italia será clave en el desarrollo del
Renacimiento poético: el soneto (composición de 14 versos, 2 cuartetos y dos
tercetos, en endecasílabos y, con la siguiente secuencia de rima ABBA ABBA CDC
DCD; aunque pueden haber variantes, principalmente en la rima de los tercetos).
TANTO GENTILE…
Tanto gentile e
tanto onesta pare
la donna mia quand'ella altrui saluta,
ch'ogne lingua deven tremando muta,
e li occhi no l'ardiscon di guardare.
Ella si va, sentendosi laudare,
benignamente d'umilta' vestuta;
e par che sia una cosa venuta
da cielo in terra a miracol mostrare.
Mostrasi si' piacente a chi la mira,
che da' per li occhi una dolcezza al core,
che 'ntender non la puo' chi no la prova;
e par che de la sua labbia si mova
uno spirito soave pien d'amore,
che va dicendo a l'anima: Sospira.
la donna mia quand'ella altrui saluta,
ch'ogne lingua deven tremando muta,
e li occhi no l'ardiscon di guardare.
Ella si va, sentendosi laudare,
benignamente d'umilta' vestuta;
e par che sia una cosa venuta
da cielo in terra a miracol mostrare.
Mostrasi si' piacente a chi la mira,
che da' per li occhi una dolcezza al core,
che 'ntender non la puo' chi no la prova;
e par che de la sua labbia si mova
uno spirito soave pien d'amore,
che va dicendo a l'anima: Sospira.
Tanto es gentil…
Tanto es gentil
el porte de mi amada,
tanto digna de amor cuando
tanto digna de amor cuando
saluda,
que toda lengua permanece muda
y a todos avasalla su mirada.
que toda lengua permanece muda
y a todos avasalla su mirada.
Rauda se aleja
oyéndose ensalzada
-humildad que la viste y que la escuda-,
y es a la tierra cual celeste ayuda
en humano prodigio transformada.
Tanto embeleso el contemplarla inspira,
que al corazón embriaga de ternura:
lo siente y lo comprende quien la mira.
Y en sus labios, cual signo de ventura,
vagar parece un rizo de dulzura
que el alma va diciéndole: ¡Suspira!
-humildad que la viste y que la escuda-,
y es a la tierra cual celeste ayuda
en humano prodigio transformada.
Tanto embeleso el contemplarla inspira,
que al corazón embriaga de ternura:
lo siente y lo comprende quien la mira.
Y en sus labios, cual signo de ventura,
vagar parece un rizo de dulzura
que el alma va diciéndole: ¡Suspira!
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Retrato de Francesco
Petrarca
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Si bien es cierto que la magnificencia
de Dante llega a su cima con La divina
comedia, en la que llega a aparecer como personaje el anteriormente citado
Virgilio, no se quedan retrasadas en cuanto a calidad otras composiciones
breves como las anteriores.
El siglo XIV se inicia en Italia con el
nacimiento del poeta que más va a influir en la lírica española, y de gran
parte de Europa, de los siglos XV y sobre todo del XVI: Francesco Petrarca
(1304-1374). Hemos dicho que ya en Dante, e incluso anteriormente, se
desarrolla el sonetto y el
endecasílabo, pero será en la obra de Petrarca en la que se conjugará a la
perfección con los temas anteriormente citados dando lugar alrededor de Europa
a toda una serie de obras marcadas por el hierro candente del poeta de Arezzo. Un
magnífico ejemplo de su poesía es el siguiente soneto:
Soneto CIV
Pace non trovo, e non ho da far guerra;
E temo e spero, ed ardo e son un ghiaccio;
E volo sopra ´l cielo e giaccio in terra;
E nullo stringo, e tutto il mondo abbraccio;
Pace non trovo, e non ho da far guerra;
E temo e spero, ed ardo e son un ghiaccio;
E volo sopra ´l cielo e giaccio in terra;
E nullo stringo, e tutto il mondo abbraccio;
Tal m´ha in
prigion, che non m´apre, ne serra;
Ne per suo mi riten, ne scoglie il laccio;
E non m´ancide Amor, e non mi sferra;
Ne mi vuol vivo, ne mi trae d´impaccio.
Ne per suo mi riten, ne scoglie il laccio;
E non m´ancide Amor, e non mi sferra;
Ne mi vuol vivo, ne mi trae d´impaccio.
Veggio
senz´occhi, e non ho lingue e grido;
E bramo di perir, e cheggio aita;
Ed ho in odio me stesso, ed amo altrui;
E bramo di perir, e cheggio aita;
Ed ho in odio me stesso, ed amo altrui;
Pascomi di
dolor, piangendo rido;
Equalmente mi spiace morte e vita,
In questo stato son, Donna, per vui.
Equalmente mi spiace morte e vita,
In questo stato son, Donna, per vui.
Soneto CIV (Versión de Jorge A. Piris)
Paz no
encuentro ni puedo hacer la guerra,
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.
y ardo y soy hielo; y temo y todo aplazo;
y vuelo sobre el cielo y yazgo en tierra;
y nada aprieto y todo el mundo abrazo.
Quien me tiene
en prisión, ni abre ni cierra,
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.
ni me retiene ni me suelta el lazo;
y no me mata Amor ni me deshierra,
ni me quiere ni quita mi embarazo.
Veo sin ojos y
sin lengua grito;
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.
y pido ayuda y parecer anhelo;
a otros amo y por mí me siento odiado.
Llorando grito
y el dolor transito;
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.
muerte y vida me dan igual desvelo;
por vos estoy, Señora, en este estado.
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Retrato de Íñigo
López de Mendoza,
el Marqués de Santilana, pintado por Jorge Inglés
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La
primera muestra de este tipo de composiciones en España se da en 1438 gracias
al Marqués de Santillana (1398-1458), que escribe Los 42 sonetos fechos al itálico modo. En ellos hay imperfecciones
en la rima, en el número de sílabas (hay muchos dodecasílabos) y en la
distribución del contenido, aún así, su importancia radica en que es el primer
intento de aclimatar el endecasílabo a la métrica española, tan fosilizada en
el octosílabo. En cuanto a la temática, la gran mayoría versan sobre el amor,
aunque también los hay que reflejan el envejecimiento del autor:
Soneto XV
El tiempo es
vuestro e si d'él usades
commo conviene,
non se fará poco;
non llamo
sabio, mas a mi ver loco,
quien lo
impediere; ca si lo mirades,
los picos andan, pues, si non velades,
la tierra es muelle e la entrada presta.
Sentir la mina,
¿qué pro tiene o presta,
nin ver el
daño, si non reparades?
Ca si bien miro, yo veo a Sinón,
magra la cara,
desnudo e fambriento,
e noto el modo
de su narraçión,
e veo a Ulises,
varón fraudulento;
pues oíd y
creer a Lychaón,
ca chica çifra
desfaze grand cuento.
Una vez se ha visto la situación de la
lírica española durante la Edad Media y la relación de esta con la italiana,
estamos preparados para viajar hasta las últimas décadas del siglo XV: entre
1487 y 1492 nace Juan Boscán en el seno de una familia que gracias a la labor
de su abuelo junto al rey Juan II había recibido la protección de los reyes de
Aragón. Él entra al servicio de la realeza en 1514 y continuará tras la
coronación de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico.
Gracias a ello se instruye en el arte militar, adquiriendo conocimientos
militares, un hecho muy común en los humanistas del siglo XVI. Fue gracias a su
participación en la expedición que marchó a socorrer la isla de Rodas en 1522
cuando Boscán conoce a Garcilaso, que participó también en la empresa como
militar. Este primer trato es clave en la historia de la poesía como podremos
observar posteriormente. Durante estos años Boscán comienza su instrucción en
el arte de la poesía, creando unas composiciones que continúan la línea marcada
por la poesía española del siglo XV. Ellas están recopiladas en el primer libro
de sus obras:
Canción XV
Es tal y tan verdadera
mi pena por conoceros
que, si tanto no os quisiera,
yo quisiera no quereros.
Que nuevo caso d'amor
ordenáis que'n mí comience:
combatirme el desamor,
adonde el amor me vence.
No es mucho, pues tan entera
es mi pena en conoceros,
que, si tanto no os quisiera,
yo quisiera no quereros.
XII
Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dexes de ser mía;
mira bien que me destruyo
sólo en ver que'l alegría
presume d'hazerme suyo.
¡O tristeza!,
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar comigo.
No huyas, ni seas tal
que m'apartes de tu pena.
Soy tu tierra natural:
no me dexes por la agena,
do quiçá te querrán mal.
Pero di,
ya que estó en tu compañía:
¿cómo gozaré de ti
que no goze d'alegría?
Que'l plazer de verte en mí
no ay remedio para echallo.
¿Quién jamás estuvo así?
Que de ver que'n ti me hallo,
me hallo que'stoy sin ti.
¡O ventura!
¡O amor, que tú heziste
que'l plazer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Pues me das por mi dolor
el plazer que'n ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
Pues me plazes,
vete ya, que'n tu ausencia
sentiré ya lo que hazes
mucho más que'n tu presencia.
|
El poeta barcelonés continúa al lado de
Carlos I, lo que provoca que en 1526 marche a Granada junto a la comitiva real
a la boda del Rey con Isabel de Portugal. En los Jardines del Generalife
conversa con su amigo el poeta y embajador en Venecia Andrea Navagiero, al que
había conocido en alguna de sus anteriores estancias en Italia, y este le
propone que probara a utilizar los géneros italianos como el soneto y los dirigida
a la Duquesa de Soma que aparece como prólogo del segundo libro de sus poesías:
|
Porque estando
un día en Granada con el Navagero, al cual por haver sido varón tan celebrado
en nuestros días he querido aquí nombralle a vuestra señoría, tratando con él
en cosas de ingenio y de letras y especialmente en las variedades de muchas
lenguas, me dixo por qué no provava en lengua castellana sonetos y otras artes
de trobas usadas por los buenos authores de Italia. Y no solamente me lo dixo
así livianamente, mas aun me rogó que lo hiziese. Partíme pocos días después
para mi casa, y con la largueza y soledad del camino discurriendo por diversas
cosas, fui a dar muchas vezes en lo que el Navagero me havía dicho. Y así
comencé a tentar este género de verso, en el cual al principio hallé alguna
dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes
del nuestro. Pero después, pareciéndome quiçá con el amor de las cosas proprias
que esto començava a sucederme bien, fui poco a poco metiéndome con calor en
ello. Mas esto no bastara a hazerme pasar muy adelante si Garcilaso, con su
jüizio, el cual no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha sido
tenido por regla cierta, no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome
muchas vezes este mi propósito y acabándomele de aprovar con su enxemplo,
porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos
ociosos en esto más fundadamente.
De
esta forma Boscán logra introducir y popularizar las formas y temáticas
italianas de ascendencia petrarquista en la poesía española, postulándose como
uno de los grandes innovadores de la lírica española hasta ese momento. Si
Petrarca nos ofrece en sus versos la imagen de un mundo exterior con especial
lugar para lo bello que se convierte en el escenario ideal para la plasmación
del sentimiento amoroso, todo ello a imagen de los clásicos latinos, Boscán
también lo hará en la medida de lo posible. Va a tratar de demostrar sus
conocimientos sobre poesía italiana y sobre la lírica de la antigüedad clásica,
mostrándose hacia sus lectores como todo un humanista.
Vamos
a ver ahora la representación de las materias más importantes de su obra.
Primero, podemos ver en este poema la imagen del mar. Hay que recordar que fue
poeta y soldado, además de embajador, por lo que sus viajes en navío fueron una
constante durante su vida, hasta el punto de que aparecen con relativa asiduidad en su poesía:
Soneto C
En alta mar
rompido está el navío
con tempestad y
temeroso viento,
pero la luz que
ya amanecer siento,
y aún el cielo,
me hacen que confío.
La estrella,
con la cual mi noche guío,
a vueltas de mi
triste lasamiento,
alzo los ojos
por mirarla atento,
y dice que, si
alargo, el puerto es mío.
Da luego un
viento que nos da por popa;
a manera de
nubes vemos tierra;
y ha rato ya
que dicen que la vimos.
Ya comenzamos a enjugar la ropa,
y a encarecer
del mar la brava guerra,
y a recontar
los votos que hicimos.
En
este caso es probable que podamos encontrar algún tipo de interpretación
alegórica del poema, siendo importante la influencia que recibe del poeta
valenciano Ausiás March (“Veles e vents”). Sin embargo, hay otros casos en los
que no hace falta ahondar en lo alegórico, pues el propio poeta nos presenta la
naturaleza directamente relacionada con el amor, estableciendo una comparación
entre el dolor de lo natural y su propio dolor a causa del sentimiento amoroso:
Soneto XCII
Como el ventor
que sigue al ciervo herido,
su sangre y sus pisadas rastreando,
y anda tras él, acá y allá ladrando,
hasta verle en el suelo ya tendido;
así, señora, vos me habéis seguido,
mi muerte y mi deshonra procurando,
y la saña y poder sobre mí echando,
que hasta el punto postrero me ha traído.
En ver mi corazón estar llagado,
no dejáis de correrle y acosarle,
dándole siempre allí do le habéis dado.
Y si en algo tenéis algún cuidado,
es en seguirle hasta derribarle,
y en matarle después de derribado.
su sangre y sus pisadas rastreando,
y anda tras él, acá y allá ladrando,
hasta verle en el suelo ya tendido;
así, señora, vos me habéis seguido,
mi muerte y mi deshonra procurando,
y la saña y poder sobre mí echando,
que hasta el punto postrero me ha traído.
En ver mi corazón estar llagado,
no dejáis de correrle y acosarle,
dándole siempre allí do le habéis dado.
Y si en algo tenéis algún cuidado,
es en seguirle hasta derribarle,
y en matarle después de derribado.
En
otros casos el amor es visto desde un punto de vista contrario, (“en su loor
mis versos ocupase”), aunque ello no será lo usual en su obra (recordemos los
poemas citados del primer libro), mucho más centrada en el mal de amor que en
la dicha amorosa:
Soneto XXIX
Nunca de amor estuve tan contento
que en su loor mis versos ocupase,
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento:
que en su loor mis versos ocupase,
ni a nadie consejé que se engañase
buscando en el amor contentamiento:
Esto siempre juzgó mi entendimiento:
que de este mal todo hombre se quardase;
y asi, porque esta ley se conservase,
holgué de ser a todos escarmiento.
¡Oh! vosotros que andáis tras mis escritos
gustando de leer tormentos tristes,
según que por amar son infinitos,
mis versos son deciros: "¡Oh, benditos
los que de Dios tan gran merced hubistes
que del poder de amor fuésedes quitos!"
Serán importantes también los poemas de
tema mitológico, a través de los cuales demuestra sus conocimientos sobre la
antigüedad clásica. Un claro ejemplo de ello en Boscán es el poema de “Hero y
Leandro”, extenso poema épico (2793 versos) de tema mitológico, por lo que solo
está reproducido aquí el fragmento final:
“Poema de Hero y Leandro” (fragmento final)
Este andar
peleando duró tanto
que Leandro,
que'n fin era de carne
començó, el
triste, de perder sus fuerças.
Empeçaron sus
braços a vencerse,
sus piernas
anduvieron desmayando,
entrávale la
muerte con el agua,
y dél a su
plazer tomava el tiempo.
Él, viéndose
morir entre'stos
males,
la postrer cosa
que hizo el desdichado
fue alçar los
ojos a mirar su
lumbre.
Y aquel poco
d'aliento que
tenía,
echóle todo en
un gemido baxo,
embuelto en la
mitad del nombre
d'Hero.
Y allí un golpe
le dio del mar tan
bravo,
que le sorbió
del todo en un
instante,
y en este mismo
punto, un torbellino
acabó de matar
la lumbrezilla,
testigo fiel y
dulce mensagera,
d'estos fieles
y dulces
amadores.
Começó a
esclarecer en este
tiempo,
y Hero, con
furia de mortal
congoxa,
con los ojos
buscando toda el
agua,
buscando las
riberas y
buscando
más allá que
llegava con su
vista,
no viendo nada,
en fin, cayó de
pechos
en la ventana,
sobre las
barandas.
Y acaso, sin
sentir cosa que
hiziese,
que ya poco
sentido le quedava,
hazia'l pie de
la torre miró el
suelo,
y su Leandro
vio muerto en
l'arena.
Entonces, con
la ravia de la
muerte,
a rasgar empeçó
sus
vestiduras,
mesando sus
cabellos y arañando
su lindo
rostro, sus hermosos
pechos,
inchiendo
d'aullidos todo'l
campo.
Tras esto, así,
sin más pensar su
muerte,
dexándose caer
de la ventana,
dio sobre'l
cuerpo muerto de
Leandro,
que aún
entonces se l'acabava el
mundo.
Y así se fueron
juntas las dos
almas
a los campos
Elisios para siempre.
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Supuesto retrato de Garcilaso de la Vega
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Por
último, para entender verdaderamente la importancia de la conversación entre
Navagero y Boscán, hay que fijarse en Garcilaso de la Vega, íntimo amigo de
Boscán y cultivador gracias a este de la poesía de ascendencia petrarquista.
Garcilaso es instruido por Boscán, y ambos recorren juntos las sendas de la
poesía italianizantes desde que se conocen en 1522 hasta la muerte de Garcilaso
en 1536 en el asalto a la fortaleza de Le Muy. Tras esta fecha Boscán le dedica
algunas obras:
Soneto CXXIX
Garcilaso, que
al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.
Lo que hizo Garcilaso en vida ya es
historia de la literatura universal. Teniendo a Boscán como “maestro
italianizante” logrará superarlo con creces, estableciéndose en la cumbre de la
lírica española del Renacimiento. Nunca una obra poética tan reducida iba a
crear tamaña escuela inmediatamente: Gutierre de Cetina, Hernando de Acuña o
Diego Hurtado de Mendoza toman su obra como referente.
En
resumen, Navagero vino como embajador de Venecia y de paso italianizó/
europeizó la poesía española, Boscán asimiló su ideología, Garcilaso la llevó a
su más extrema magnificencia y durante unas cuantas décadas fuimos el
estandarte de la cultura europea. Todo ello gracias a una sola conversación, cuesta
creerlo ¿verdad?
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