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Mostrando entradas de julio, 2014

MIS AMIGOS LOS LIBROS: La Regenta, por Ancrugon - Octubre 2012

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    Cuando una idea se fija en nuestra mente con una persistente tenacidad perturbando nuestro ánimo y nuestra voluntad, decimos que estamos obsesionados por algo y que ello se apodera de nosotros hasta nublarnos el entendimiento y convertirnos en sus esclavos… Pues bien, en esta novela, obra maestra de la literatura castellana y perfecto ejemplo del movimiento naturalista, sus personajes se mueven al vaivén de sus obsesiones hasta tal extremo que podríamos considerarla como un clarividente estudio de tal alteración anímica del ser humano. El Naturalismo, como corriente literaria, se apoya en una concepción determinista de las actitudes humanas y, para explicar los diferentes comportamientos de los personajes y de sus obras, indaga en aquellos factores cuya influencia fue decisiva en el desarrollo de tal o cual personalidad, buscando, muchas veces, la culpabilidad del resultado en la educación recibida por el individuo o en el ambiente social en el que evolucionó los prim

LA LETRA Y LA MÚSICA: Mentiras piadosas, por Eva Sion - Octubre 2012

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Buscar obsesiones en sabina es como buscar paja en un pajar, porque el viejo pícaro, a sus sesenta y tres años, aunque él diga que sólo aparenta sesenta y dos, sigue lleno de vida y todo lo quiere disfrutar, tocar, oler, saborear, oír o ver, y se entusiasma con todo y para todo tiene un verso o una metáfora de la que luego, seguramente, surgirá una canción. Por eso, si algún estudioso de sus letras quisiera enumerar los temas en los que basa sus poemas, tendría que reescribir toda su vida, pues en cada minuto encuentra una vivencia y en cada vivencia un motivo y en cada motivo una pasión y en cada pasión una obsesión… Defender lo indefendible, buscar victorias en las derrotas, belleza en sordidez o pureza en lo turbio, son algunas de sus patrañas de mago parlanchín o algunas de sus virtudes de caballero andante experto, no en deshacer entuertos, pero sí en airearlos a los cuatro vientos sin miedo a que alguien investido de autoridad le pueda decir: “¿Por qué no te callas?”