ENTREVISTAS: Lorenzo Silva, por Ancrugón – Septiembre 2012
Lorenzo
Silva nació en Madrid en 1966 y actualmente vive entre Getafe y Viladecans,
aunque él se considera “un poco extranjero en todas partes”… Un sentimiento universalista que no deja de
ser curioso en alguien surgido del mismo centro de la Península Ibérica hacia
donde convergen todas las líneas del centralismo nacional.
Es
un autor bastante prolífico que ha tocado prácticamente todos los géneros, pero
donde realmente ha encontrado su lugar es en la novela, con una creación bastante
abundante, entre la que podríamos destacar el grupo de la novela negra como uno
de los más conocidos de su trabajo y donde crea un mundo propio cuyos
protagonistas son dos guardias civiles, Bevilacqua y Chamorro, ya famosos en
gran parte del planeta gracias a las traducciones y al cine, que son los
investigadores de los sucesos que acaecen en los diversos títulos: El lejano país de los estanques, El
alquimista impaciente, La niebla y la doncella, Nadie vale más que otro, La
reina sin espejo o La estrategia del
agua.
Ganó con El alquimista impaciente el Premio Nadal
del año 2000, algo que ya estuvo a punto de conseguir al ser finalista en 1997
con La flaqueza del bolchevique. Así
mismo recibió los premios El Ojo Crítico, de 1998, con El lejano país de los estanques, y El Premio Primavera de Novela,
de 2004, con Carta blanca…
Hay
tres títulos, La flaqueza del
bolchevique, El ángel oculto y El urinario, bastante diferentes entre sí,
pero a las que agrupó bajo el título de la “laxa trilogía”. Y otra trilogía es
la denominada “de Getafe”, compuesta por tres historias protagonizadas por sendas
muchachas adolescentes: Algún día, cuando
pueda llevarte a Varsovia, por Laura; El
cazador del desierto, por Irene, y La
lluvia de París, por Silvia, que tienen en común la ilusión de sus
protagonistas por salir de su ciudad.
Otra
constante en sus trabajos es la perspectiva histórica, sobre todo en no
ficción, con títulos como Sereno en el
peligro. La aventura histórica de la
Guardia Civil o, Y al final, la
guerra. La aventura de los soldados españoles en Irak, pero también en las
novelas como las del ciclo marroquí: El
nombre de los nuestros, Carta blanca y el libro de viajes Del Rif al Yebala.

ANCRUGON:
¿Cuál es la lectura de “Niños Feroces”?
¿Qué podemos encontrar en esta obra?
LORENZO SILVA:
La apuesta de "Niños feroces" es acaso
arriesgada: la historia la cuenta un veinteañero español de hoy, que nunca ha
empuñado un arma. Pero la paradoja es que gracias a él podemos acercarnos a un
personaje extraordinario: uno de los veinteañeros españoles que vivieron esa
campaña atroz en todas sus fases, hasta la caída de Berlín, y que, voluntarios
para la catástrofe, simbolizan acaso como nadie el absurdo y lo inmoral del
recurso a la solución bélica, que en modo alguno hemos logrado desterrar. Un
viaje al pasado lleno de guiños al hoy.
ANCRUGON:
Lázaro, el protagonista, tiene el
problema de que sólo es capaz de escribir unas pocas páginas sobre cualquier
tema, pero cuando llega al curso se da cuenta de que al resto de alumnos les
ocurre lo mismo. Cuando se lo comentan a Lázaro, el profesor, este les dice que
esto es a causa de la educación recibida, de la tele, internet, You Tube, etc.
Lo cual les da una visión de la realidad fragmentada y que por ello los jóvenes
do hoy sólo saben encadenar links en una red casual, pero que son incapaces de
crear mundos... ¿Es esta la opinión de un personaje de tu novela o tú piensas
lo mismo qué Lázaro?... ¿Crees que los problemas que vivimos actualmente tienen
algo que ver con la forma fragmentaria y egoísta de ver el mundo que sólo nos
muestra horizontes a pocos palmos de nosotros mismos?...
¿Viene parte de nuestros
problemas actuales de nuestra visión fragmentaria de la realidad?
LORENZO SILVA:
Creo que siempre hemos tenido esa visión
fragmentaria, lo que ocurre es que siempre hemos ensayado discursos
totalizadores (para bien o para mal) que es algo que al hombre y la mujer de
hoy, al tuitero medio, para entendernos, parece que ha dejado de preocuparle en
buena medida. Importa más el chispazo momentáneo (que te lleva a ser
retuiteado) que la asimilación profunda de las cosas (que te lleva a iluminar
un problema complejo). También es verdad que hay chispazos que son
esclarecedores, cuando los da alguien con mucha capacidad de síntesis, pero ni
es ésa la regla (ni mucho menos) ni en eso se resume (ni se puede resumir) todo
el conocimiento.
ANCRUGON:
Cuando te dispones a escribir una
novela, ¿los temas te surgen sin más de la observación del mundo que te rodea o
el escritor, en este caso tú, suele tener obsesiones que le persiguen y busca
soluciones a las mismas por medio de sus experiencias?...
LORENZO SILVA:
Las ideas para las historias, Antonio, surgen de una
mezcla de los dos factores que mencionas. Siempre hay estímulos que recibes del
exterior (una suerte de fogonazos, muchas veces, como lo fue para mí el
descubrimiento de la peripecia de los SS españoles), pero eso siempre se
combina con tus experiencias y tus obsesiones recurrentes, con los asuntos
generales y constantes que forman parte de tus preocupaciones más hondas. Y es
que, de otra cosa, con otro material, sólo se pueden escribir pamplinas.
ANCRUGON:
¿Por qué has elegido dos personajes en
dos tiempos diferentes para narrar la novela? ¿Hay hoy en día realmente una
visión fragmentaria de la realidad?
LORENZO SILVA:
Dos personajes en
dos tiempos diferentes... Creo que contar a través de la literatura una
historia pretérita, sólo tiene sentido y sólo puede afrontarse como una interpretación,
a la luz de ese hecho histórico, de cuestiones intemporales o del propio
presente. El diálogo entre los dos personajes separados por 70 años me permite
explicitar y desarrollar mejor ese juego. En cuanto a lo fragmentario, no es
inexorable, pero el lector de hoy posee (o puede adquirir) un volumen ingente
de información sobre la realidad (puede ver una ciudad calle a calle en Google,
puede ver cualquier cosa en vídeo, desde cómo dispara un francotirador hasta
cómo se hace un trasplante de hígado), lo que invita al escritor a apuntar su
bisturí a los fragmentos significativos de la realidad o de la historia,
sabiendo que el fondo siempre lo puede rellenar el lector con su experiencia o
su posibilidad de información cuasi ilimitada, y prescindiendo de la a veces
fastidiosa vocación de integridad y continuidad de la narración decimonónica.
ANCRUGON:
¿Hay que tener alguna condición
especial para poder construir mundos literarios o a ello se aprende?
LORENZO SILVA:
Creo, en efecto, que hace falta tener unas
condiciones iniciales aunque más bien hablaría de una predisposición natural,
algo que te lleva a hacer espontáneamente algo, como es urdir historias y
construir personajes, que no todo el mundo tiene la misma inclinación a crear.
Pero construir un mundo requiere trabajo. Mucho trabajo
ANCRUGON:
En la visión de Jorge hacia la guerra
de Rusia subyace una gran carga de venganza y otra, no menos considerable, de
adoctrinamiento. ¿Es ello lo que le hace ver esa guerra tan dura y cruel como algo
romántico, heroico y necesario para salvar su imagen del mundo?
LORENZO SILVA:
Jorge es joven, está herido, la herida es
irreparable, y necesita una visión del mundo que le permita creer en una forma
de reparación. Esa visión se la suministra el falangismo, y en especial la
doctrina joseantoniana, que es vigorosa y arrogante, y que convenientemente
manipulada por la fracción germanófila de la jerarquía franquista señala al
monstruo soviético como la fiera a la que atacar, mediante la División Azul,
para procurarse un desquite. Es lo que han hecho siempre todos los fascismos,
de derechas, izquierdas, nacionalistas o religiosos. Señalar una bestia y en su
castigo cifrar la catarsis. Y millones de hombres, incluso mucho más maduros
que Jorge, han comprado el camelo.
ANCRUGON:
Es curioso que el funeral de Jorge,
hacia el principio de la novela, lo celebre un cura emigrante y negro, estando
rodeado de falangistas y, sobre todo, habiendo sido el finado un miembro de las
SS. ¿Has querido con esto utilizar algún recurso metafórico sobre la España
actual, o es algo irónico...?
LORENZO SILVA:
Es un reflejo de la España actual, donde importamos
jornaleros y curas (por falta de vocaciones patrias para el curro duro y el
rezo) y ahora exportamos ingenieros en paro. Y también una ironía un poco
maliciosa, lo admito.
ANCRUGON:
En la novela aparecen realmente tres
narradores: Jorge, el protagonista, quien se la cuenta a Lázaro, profesor, el
cual se la transmite a Lázaro, alumno y último constructor de la historia, por
lo tanto tenemos tres visiones temporales del mismo hecho. ¿Tiene este juego de
perspectivas una función determinante en la definitiva del posible lector?
LORENZO SILVA:
He citado varias veces una frase de Kafka que viene
muy a propósito: "Sólo en el coro existe cierta verdad". Digamos que
en este caso hay un coro a tres voces (o a cuatro, si se suma la de Laureano
Grau, que habla poco pero dice mucho) y que de ese coro cada lector, si lo he
hecho bien, extraerá su propia verdad, que no tiene por qué coincidir,
necesariamente con la del lector de enfrente o el de al lado.
ANCRUGON:
Concluyendo, tu protagonista, a pesar
de lo que representa, no puedes en ningún momento mientras vas leyendo sentir
ningún sentimiento negativo hacia él, pero tampoco se puede reconocer como un
héroe, ¿es este realmente el misterio de las guerras?
LORENZO SILVA:
La guerra, en
efecto, es sucia y triste, aunque no está exenta de esa grandeza del sacrificio
y la solidaridad con el semejante, en este caso frente al peligro y frente al
mismo miedo. Lo delictivo es silenciar lo oscuro y sustituirlo por huecas fanfarrias,
que es la técnica con que se ha embaucado a tantos jóvenes y tantas naciones a
lo largo de la Historia, en beneficio de oportunistas y estafadores varios.
ANCRUGON:
Muchas gracias, Lorenzo. Una vez
acabado el libro puedo asegurar que, además de las cuestiones ideológicas y
políticas, es muy interesante el paso a paso de la construcción de una novela y
la descripción de todo el trabajo de información, reconstrucción,
interpretación, etc. Creo que tu novela aporta bastante... Un abrazo.
LORENZO SILVA:
Muchas gracias a vosotros por interesarse por mi
trabajo, eso siempre reconforta.
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