JUGUETES: El Mago Merlín, por Ana L.C.. – Agosto 2012
Se dice, que
allá por el siglo VI d.C., no mucho tiempo después de que las legiones romanas
dejaran de hostigar aquellas tierras, en algún recóndito valle de las montañas
galesas, un espíritu demoníaco tuvo relaciones amorosas ilícitas con una pobre
monja raptada de su apacible retiro monacal, aunque las malas lenguas, que
tanto abundan por los caminos y villas del Señor, aseguran que nada tuvo que
ver el diablo en este asunto, sino el deseo libidinoso de un malvado rey
encaprichado de la joven y bella religiosa, un tal Aurelius Ambrosius quien,
para más datos, era el hermano mayor de Uther Pendragon. Pero fuera como fuere,
el caso es que de esa irregular conjunción nació un niño bastardo engendrado
con el estigma del mal en sus entrañas. Sin embargo, Myrddin Emrys, al que
todos conocemos como Merlín, apoyado en su buen corazón, su entereza y
sacrificio y en los santos consejos y buenas artes de su madre, desvió el
camino que previamente tenía trazado y se dedicó a sembrar las flores del bien
por todos los campos que pisara. Y así, desde ya su tierna juventud, siendo
famoso por su sabiduría y sus artes de quiromancia, se convirtió en consejero
de los diferentes reyes de su tierra, como el usurpador Vortigen, quien subió
al trono tras asesinar al hijo del Emperador Constantino III; o del que
posiblemente fuera su propio padre, Aurelius Ambrosius, vencedor de numerosas
batallas contra los anglosajones durante el siglo V; incluso de Uther
Pendragón, rey mítico donde los haya y benefactor del pueblo, hijo del
Emperador Constantino, hermano de Aurelius y padre del gran rey Arturo. Pues
con todos ellos trabajó Merlín con la única intención de hacer el bien y traer
la felicidad para los suyos.
Con el tiempo,
Merlín fue acrecentando su fama y llegó a ser considerado el mago más poderoso
de su época: era capaz de volar o de adivinar el futuro, podía hacerse
invisible o cambiar de forma, era diestro en hablar con los animales y también en
controlar los elementos meteorológicos, entre otras muchas y maravillosas
cosas, aunque siempre con mucho cuidado y respeto para no enfurecer a la diosa
Naturaleza, a la que él tenía una sincera y gran veneración. También se sabe
que era amigo de las hadas, de los gnomos e incluso de los dragones, monstruos
estos últimos muy amantes de la música y la poesía en las que Merlín era todo
un experto.
Pero lo
realmente interesante fue su larga y fructífera relación con Arturo, al que
comenzó a educar y proteger incluso antes de nacer, pues el entonces rey, Uther
Pendragon, recibió en su castillo al duque Tintangelo Gorlois acompañado de su
preciosa esposa Lady Igraine de quien el monarca se enamoró irremisiblemente.
Tanto se obsesionó con ella que su esposo decidió confinarla en su lejano
castillo de Tintagel para alejarla de los caprichos reales. Uther, desesperado,
pidió ayuda a Merlín y éste le proporcionó un brebaje que le cambiaría de
aspecto pareciéndose al Duque como dos gotas de agua. Así, haciéndose pasar por
Gorlois, entró en Tintangel y se acostó con Lady Igraine, mientras el Duque
había sido enviado a pelear en nombre de su rey al castillo de Dimilioc. Pero
Merlín no le concedió esta gracia gratuitamente, sino que le hizo prometer que
él se quedaría con el niño que naciera de esta relación de una noche. El
destino, o tal vez no, ¿quién lo sabe?, quiso que Gorlois muriera esa misma madrugada
en el asedio del castillo, por lo que el Rey acogió gustoso en su morada a la
viuda y a sus dos pequeñas hijas y al poco tiempo, contrajeron matrimonio.
Cuando Arturo nació, Uther se lo entregó a Merlín, como había prometido, y éste
lo llevó a una granja perdida en las montañas, dejándolo bajo los cuidados de
su amigo Sir Héctor y su esposa, quienes lo criaron como a un hijo y le dieron
el nombre de Kay.
Dieciséis años
más tarde Uther murió sin dejar descendencia conocida, por lo que varios nobles
con aspiraciones al trono de Britania amenazaron con declarar una devastadora
guerra para dirimir sus respectivos derechos. Por ello, Merlín, cogiendo a
Excalibur, la que había sido la espada invicta del rey muerto, la clavó con un
conjuro en una roca asegurando que sólo aquel que fuera el verdadero heredero
del trono podría sacarla. Todos probaron: Lot de Orkney, el rey Uriens, esposo
de la hada Morgana, y sir Pellinore… incluso alguno más que viendo el fracaso
de los anteriores, quisieron probar suerte, pero nadie pudo desclavar a
Excalibur de la roca, ni intentándolo con las fuerzas más descomunales.
Entonces Merlín, sabiendo que este momento iba a llegar, mandó traer al joven
Arturo quien, ante los atónitos ojos de todos los presentes, desenvainó la
espada sin el más minúsculo esfuerzo. Ante este hecho, todos lo reconocieron
como Rey.
Varios años
estuvieron juntos Merlín y Arturo, reinando éste como un gran rey y
aconsejándole el otro como un gran consejero, hasta crearon la fantástica
ciudad fortaleza de Camelot de la que actualmente se desconoce su ubicación.
Viendo que todo marchaba perfectamente, Merlín decidió retirarse al bosque para
dedicarse a sus estudios e investigaciones, pero Arturo fue presa de los males
de amor y Merlín tuvo que dejar su retiro y regresar: el joven Rey se había
enamorado de Morgana, ya sabéis, la esposa del rey Uriens, y se citaron en
secreto varias veces quedando ella embarazada de él. Lo que ambos no sabían es
que eran hermanos, pues si Arturo era hijo de Uther y Lady Igraine, Morgana
también tenía la misma madre, aunque su padre fue Gorlois. Esto enfureció a
Merlín y predijo que este hijo le traería desgracias al reino, por lo que
Arturo decidió abandonarlo sobre un bote a la deriva, pero el niño se salvó…
Más tarde, de nuevo el rey se enamoraría en contra de los consejos de Merlín
quien no quería que se casara con Ginebra, Arturo no desoyó sus consejos y la
hizo su esposa lo que más adelante le traería bastantes quebraderos de cabeza.
Llegados a este
punto, Merlín se alejó de la Corte y se retiró a sus solitarios rincones de la
naturaleza, pero quiso el destino que este hombre tan sensato durante toda su
vida, conociera las fiebres amorosas en su avanzada vejez cuando conoció a la
hermosa joven Nimue, hija del Rey de Nothumberland. Ella, aprovechándose del
enamoramiento del anciano mago, le pidió que le enseñara toda su magia y
encantamientos y Merlín, perdida la cabeza por la muchacha, así lo hizo e,
incluso, le construyó un palacio en el fondo de un lago dándole el nombre de
Dama del Lago. Sin embargo, temerosa del poder de Merlín, lo aprisionó en un
árbol del cual no pudo volver a salir jamás, aunque ella podía entrar y salir
cuando le placiera. De esta forma, no tenemos datos sobre la muerte de nuestro
mago, incluso podría seguir vivo y creando sus pócimas y hechizos en el
interior de algún árbol milenario en las viejas tierras de Gales…
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