LA LETRA Y LA MÚSICA: El camino como destino, por Eva Sion – Junio 2012
“El primer deber del hombre es definirse. Ubicarse
como testigo y actor de un viejo pleito entre la mentira y la verdad. Y
exponer, testimoniar. Para llegar a esto debemos despojarnos de miserias
interiores. Tenemos que barrer el patio del fondo".
Cuando
me hablan de esperanza, no sé por qué, siempre me llega el recuerdo de algún
poema, de algún verso, aunque sea suelto y perdido, tal vez porque la poesía se
fabrique de la materia con que construimos la ilusión y el consuelo, la espera
y el aliento, el anhelo y el sosiego, o tal vez porque en esencia ella misma es
promesa… Y muchos son los poetas y poetisas que se me acercan desde el limbo de
la memoria para traerme sus palabras cargadas de magia… y es difícil decidir.
Sin embargo, rebuscando entre los pliegues de la evocación descubrí la imagen
criolla, seria e introvertida, de un hombre que amó a su guitarra tanto como a
su tierra y a la libertad tanto como a la justicia, me refiero a Héctor Roberto
Chavero Haram, cuyo nombre seguramente no os dirá mucho, porque es mucho más
conocido por su seudónimo quechua: Atahualpa Yupanqui, “el que viene de lejanas tierras para decir algo”.
EL ARRIERO
En las arenas bailan los
remolinos, / el sol juega en el brillo del pedregal, / y prendido a
la magia de los caminos, / el arriero va, el arriero va. / Es
bandera de niebla su poncho al viento, / lo saludan las flautas del
pajonal, / y animando la tropa par esos cerros, / el arriero va, el arriero
va. / Las penas y las vaquitas / se van par la misma senda. /
Las penas son de nosotros, / las vaquitas son ajenas. / Un degüello
de soles muestra la tarde, / se han dormido las luces del pedregal, /
y animando la tropa, dale que dale, / el arriero va, el arriero va. /
Amalaya la noche traiga un recuerdo / que haga menos peso mi
soledad. / Como sombra en la sombra por esos cerros, / el arriero va,
el arriero va.
Nació
este cantautor argentino un 31 de enero de 1908 en el pampero Campo de la Cruz,
en el Partido de Pergamino, al norte de Buenos Aires, donde se embebió del
paisaje, la tierra y el cielo de su patria:
"Los días de mi infancia transcurrieron de
asombro en asombro, de revelación en revelación. Nací en un medio rural y crecí
frente a un horizonte de balidos y relinchos. Era un mundo de sonidos dulces y
bárbaros a la vez. Pialadas, vuelcos, potros chúcaros, yerras, ijares
sangrantes, espuelas crueles, risas abiertas, comentarios de duelos, carreras,
domas, supersticiones".
Hijo
de un gaucho reconvertido a funcionario del ferrocarril, desde muy pequeño
aprendió, además de a domar caballos, a tocar la guitarra, su amiga
inseparable:
"Este instrumento se hizo presente en mi vida
desde las primeras horas de mi nacimiento. Con guitarra alcanzaba el
sueño..."
Y
le sacaba lamentos en las noches junto a unos hombres rudos, pero amistosos y
nobles con quien les unía un vínculo de sangre y de quienes aprendió todo lo
milagroso, recóndito y misterioso que tuviera su música.
Cuando
con nueve años se trasladan a Tucumán, descubrió otro paisaje, otros misterios
y otros hombres que le enseñaron nuevas melodías:
"En el reino de las zambas más lindas de la
tierra".
Y
descubrió que el hombre sólo traduce lo que la tierra le dicta.
Con
13 años comenzó a utilizar el nombre del último emperador Inca, Atahualpa, en
sus primeros poemas aparecidos en el periódico escolar. Más tarde le añadiría
Yupanqui.
Tras
la muerte de su padre se cargó con la responsabilidad de mantener la familia y
comienza su peregrinaje por los mil y un oficios de su vida: tenista, boxeador,
periodista, maestro de escuela, tipógrafo, cronista, músico, observador de lo
divino y lo humano…
A
los 19 años compuso "Camino del Indio", que el pueblo convertiría en un himno
para la raza de aquellas gentes tan castigadas:
CAMINO DEL INDIO
Caminito del
indio: / Sendero colla / sembrao de piedras. / Caminito del indio / que junta
el valle con las estrellas. / Caminito que anduvo / de sur a norte / mi raza
vieja; / antes que en la montaña / la pachamama se ensombreciera. / Cantando en
el cerro, / llorando en el río, / se agranda en la noche / la pena del indio. /
El sol y la luna / y este canto mío / besaron tus piedras, / camino del
indio. / En la noche serrana / llora la quena su honda nostalgia / y el caminito
sabe / quién es la chola, / que el indio llama. / Se levanta en el cerro / la
voz doliente de la baguala / y el camino lamenta / ser el culpable / de la
distancia. / Cantando en el cerro, / llorando en el río, / se agranda en la
noche / la pena del indio. / El sol y la luna / y este canto mío / besaron tus
piedras, / camino del indio.
Colla: (arg) indio o mestizo y por
extensión habitante de las provincias argentinas de Jujuy y Salta
Sembrao: (arg) sembrado
Pachamama: (quechua) madre tierra
Quena: flauta indígena
Chola: mujer indígena o mestiza
Baguala: canción popular que suele cantarse en corro, con acompañamiento de
caja o tambor
Y
comenzó el camino acompañado simplemente de su guitarra, sus versos y su voz,
en busca de la canción del pueblo de la cual quería beber la verdad de su
patria. Y sus pasos le llevaron hasta la capital, Buenos Aires, donde trabajó
de todo lo que pudo para acallar su pobreza y matar el hambre y de ella dijo en
su largo poema “El payador perseguido”:
Buenos Aires, ciudad gringa, / me tuvo muy apretao.
/ Tuitos se me hacían a un lao / como cuerpo a la jeringa...
En este poema él mismo nos relata su vida en la
jerga popular de aquellas tierras argentinas y de aquellas gentes cuyas parcas
palabras parecían brotar más del polvo que de sus gargantas:
EL PAYADOR PERSEGUIDO
Con permiso via a dentrar / aunque
no soy convidao, / pero en mi pago, un asao / no es de naides y es de todos. / Yo
via cantar a mi modo / después que haiga churrasquiao. // No tengo Dios pa
pedir / cuartiada en esta ocasión, / ni puedo pedir perdón / si entuavía no hei
faltao; / veré cuando haiga acabao; / pero ésa es otra cuestión. // Yo sé que
muchos dirán / que peco de atrevimiento / si largo mi pensamiento / pa'l rumbo
que ya elegí, / pero siempre hei sido ansí; / galopiador contra el viento. // Eso
lo llevo en la sangre / dende mi tatarabuelo. / Gente de pata en el suelo,
/ fueron mis antepasaos; / criollos de cuatro provincias / y con indios
misturaos. // Mi agüelo fue carretero, / mi tata fue domador; / nunca se buscó
un dotor / pues curaban con yuyos, / o escuchando los murmullos / de un estilo
de mi flor. // Como buen rancho paisano / nunca faltó una encordada, / de
ésas que parecen nada / pero que son sonadoras. / Según el canto y la
hora / quedaba el alma sobada. // Mi tata era sabedor / por lo mucho que
ha rodao. / Y después que había cantao / destemplaba cuarta y prima, / y le
echaba un poncho encima / "pa que no hable demasiado..." // La sangre
tiene razones / que hacen engordar las venas / pena sobre pena y penas / hacen
que uno pegue el grito. / La arena es un puñadito / pero hay montañas
de arena. // No sé si mi canto es lindo / o si será medio triste; / nunca
fui zorzal, ni existe / plumaje más ordinario. / Yo soy pájaro corsario / que
no conoce el alpiste. // Vuelo porque no me arrastro, / que el arrastrarse es
la ruina; / anido en árbol de espinas / lo mesmo que en cordillera / sin
escuchar las zonceras / del que vuela a lo gallina. // No me arrimo así nomás /
a los jardines floridos. / Sin querer vivo advertido / pa' no pisar el palito.
/ Hay pájaros que solitos / se entrampan por presumidos. // Aunque mucho he
padecido / no me engrilla la prudencia. / Es una falsa experiencia / vivir
temblándole a todo. / Cada cual tiene su modo; / la rebelión es mi cencia. //
Pobre nací y pobre vivo / por eso soy delicao. / Estoy con los de mi lao /
cinchando tuitos parejos / pa' hacer nuevo lo que es viejo / y verlo al mundo
cambiao. // Yo soy de los del montón, / no soy flor de invernadero. / Soy como
el trébol pampero, / crezco si hacer barullo. / Me apreto contra los yuyos
/ y así lo aguanto al pampero. // Acostumbrao a las sierras / yo nunca me sé
marear, / y si me siento alabar / me voy yendo despacito. / Pero aquel que es
compadrito / paga pa' hacerse nombrar. // Si alguien me dice señor, / agradezco
el homenaje; / más, soy gaucho entre el gauchaje/ y soy nada entre los sabios.
/ Y son pa' mí los agravios / que le hacen al paisanaje. // La vanidá es yuyo
malo / que envenena toda huerta. / Es preciso estar alerta / manejando el
azadón / pero no falta el varón / que la riegue hasta en su puerta. // El
trabajo es cosa buena / es lo mejor de la vida / pero la vida es perdida / trabajando
en campo ajeno. / Uno trabaja de trueno / y es para otro la llovida. // Trabajé
en una cantera / de piedritas de afilar. / Cuarenta sabían pagar / por cada
piedra pulida, / y era a seis pesos vendidas / en eso del negociar. // Apenas
el sol salía / ya estaba a los martillazos, / y entre dos a los abrazos / con
los tamaños piegrones, / y por esos moldejones / las manos hechas pedazos. //
Otra vez fui panadero / y hachero en un quebrachal; / he cargao bloques de sal
/ y también he pelao cañas, / y un puñado de otras hazañas / pa' mi bien o pa'
mi mal. // Buscando de desasnarme / fui pinche d escribanía; / la letra
chiquita hacía / pa' no malgastar sellao, / y era también apretao / el sueldo
que recibía. // Cansao de tantas miserias / me largué pal Tucumán. / Lapacho,
aliso, arrayán, / y hacha con los algarrobos. / ¡Uno cincuenta! Era robo / pa'
que uno tenga ese afán. // Sin estar fijo en un lao / a toda labor le hacía, /
y ansí sucedió que un día / que andaba de benteveo / me topé con un arreo / que
dende Salta venía. // Me picó ganas de andar / y apalabré al capataz, / Y ansí,
de golpe nomás / el hombre me preguntó: / -¿Tiene mula? -Cómo no / -le dije-. Y
hambre, de más. // A la semana de aquello / repechaba cordilleras, / faldas,
cuestas y laderas / siempre pal lao del poniente, / bebiendo agua de vertiente
/ y aguantando las soleras. // Tal vez otro habrá rodao / tanto como he
rodao yo, / y le juro, creameló, / que he visto tanta
pobreza, / que yo pensé con tristeza: / Dios por aquí no pasó. //Se nos
despeñó una vaca / causa de la cerrazón, / y nos pilló la oración /cuereando y
haciendo asao; /dende ese día, cuñao / se me gastó mi facón. // Me sacudí las
escarchas / cuando bajé de los Andes, /y anduve en estancias grandes / cuidando
unos parejeros; / trompeta, tapa y sombrero, / pero pa' los peones, de ande. //
La peonada, al descampao, / el patrón, en Güenos Aires. / Nosotros, el cuello
al aire / con las caronas mojadas, / y la hacienda de invernada / más
relumbrona que un fraile. // El estanciero tenía / también sus cañaverales, / y
en los tiempos otoñales / juntábamos los andrajos, / y nos íbamos p'abajo / dejando
los pedregales. // Allí nos amontonaban / en lote con otros criollos, / cada
cual buscaba un hoyo / ande quinchar su guarida, / y pasábamos la vida / rigoriaos
y sin apoyo. // Faltar, no faltaba nada: / vino, café y alpargatas. / Si habré
revoliao las patas / en gatos y chacareras. / Recién la cosa era fiera / al dir
a cobrar las latas. // ¡Qué vida más despareja! / Todo es ruindad y patraña; /
pelar caña es una hazaña / del que nació pal rigor. / Allá había un solo dulzor
/ y estaba adentro e' la caña. // Era un consuelo pal pobre / andar jediendo a
vinacho. / Hombres grandes y muchachos / como malditos en vida, / esclavos de
la bebida / se la pasaban borrachos. // ¡Tristes domingos del surco / los que
yo he visto y vivido! / Desparramaos y dormidos / en la arena amanecían, / y lo
mejor soñarían / con la muerte o el olvido... // Riojanos y santiagueños, / salteños
y tucumanos, / con el machete en la mano / volteaban cañas maduras, / pasando
las amarguras / y aguantando como hermanos. // ¡Rancho techao con maloja, / vivienda
del pelador! / En medio de ese rigor / no faltaba una vihuela, / con que el
pobre se consuela / cantando coplas del amor. // Yo también, que desde chango /
unido al canto crecí, / más de un barato pedí / y pa' los piones cantaba. / ¡Lo
que a ellos les pasaba / también me pasaba a mí! // Cuando yo aprendí a cantar
/ armaba con pocos rollos. / Y en la orilla de un arroyo / bajo las ramas de un
sauce, / crecí mirando en el cauce / mis sueños de pobre criollo. // Cuando
sentí una alegría; / cuando un dolor me golpió; / cuando una duda mordió / mi
corazón de paisano, / desde el fondo de los llanos / vino un canto y me curó...
/ En esos tiempos pasaban / cosas que no pasan ya. / Cada cual tenía un cantar
/ o copla de anochecida. / Formas curar la herida / que sangra en el
trajinar. // Algunos cantaban bien. / Otros, pobres, más o menos... / Mas no
eran cantos ajenos, / aunque marca no tenían. / Y todos se entretenían / guitarreando
hasta el desvelo. // Por áhi se allegaba un máistro, / de esos puebleros
letraos; / juntaba tropa e versiaos / que iban después a un libraco, / y el
hombre forraba el saco /con lo que otros han pensao. // Los piones formaban
versos / con sus antiguos dolores. / Después viene los señores / con un
cuaderno en la mano, / copian el canto paisano / y presumen de escritores. // El
criollo cuida su flete, / su guitarra y su mujer; / siente que enfrenta un
deber / cada vez que da la mano, / y aunque pa' todo es baquiano / sólo el
canto ha de perder. // ¡Coplas que lo acompañaron / en los quebradas desiertas,
/ aromas de flores muertas / y de patriadas vividas, / fueron la luz encendida
/ para sus noches despiertas!... // Se aflije si se le pierde / un bozal, un
maneador, / pero no siente furor / si al escucharle una trova, / viene un
pueblero y le roba / su mejor canto de amor. // De seguro, si uno piensa
/ le halla el nudo a la madeja, / porque la copla más vieja, / cómo la ráiz de
la vida, / tiene el alma por guarida, / que es ande anidan las quejas. // Por
eso el hombre al cantar / con emoción verdadera, / echa su pena p'ajuera / pa
que la lleven los vientos, / y ansí, siquiera un momento / se alivia su
embichadera. // No es que no ame su trova / ni que desprecee su canto. / Es
como cuando un quebranto / en la noche de los llanos / hace aflojar al paisano
/ y el viento le lleva el llanto. // En asuntos del cantar, / la vida nos va
enseñando / que sólo se va volando / la copla que es livianita. / Siempre caza
palomitas / cualquiera que anda cazando... // Pero si el canto es
protesta / contra la ley del patrón, / se arrastra de peón a peón / en un
profundo murmullo, / y marcha al ras de los yuyos / como chasque en un malón.
// Se pueden perder mil trovas / ande se canten quereres, / versos de dichas,
placeres, / carreras y diversiones; / suspiros de corazones / y líricos
padeceres. // ¡Pero si la copla cuenta / del paisanaje la historia, / ande el
peón vueltea la noria / de las miserias sufridas, / ésa, se queda prendida / como
abrojo en la memoria! // Lo que nos hizo dichoso / tal vez se pueda olvidar; /
los años en su pasar / mudarán los pensamientos. / Pero angustias y tormentos /
son marcas que han de durar... // Estas cosas que yo pienso / no salen por
ocurrencia. / Para formar mi esperencia / yo masco antes de tragar. / Ha sido
largo el rodar / de ande saqué la advertencia. // Si uno pulsa la guitarra / pa
cantar cosas de amor, / de potros, de domador, / de la sierra y las
estrellas, / dicen: ¡Qué cosa más bella! / ¡Si canta que es un primor! //
Pero si uno, como Fierro, / por áhi se larga opinando, / el pobre se va
acercando / con las orejas alertas, / y el rico vicha la puerta /y se
aleja reculando. // Debe trazar bien su melga / quien se tenga por cantor,
/porque sólo el impostor / se acomoda en toda huella. / Que elija una sola
estrella / quien quiera ser sembrador... // En el trance de elegir / que mire
el hombre p'adentro, / ande se hacen los encuentros / de pensares y sentires. /
Después... que tire ande tire, / con la concencia por centro. // Hay diferentes
montones, / unos grandes y otros chicos. / Si va pa'l montón del rico / el pobre
que piensa poco / detrás de los equívocos /se vienen los perjuricos. // Yo
vengo de muy abajo, / y muy arriba no estoy. / Al pobre mi canto doy / y así lo
paso contento, / porque estoy en mi elemento / y áhi valgo por lo que soy. //
Si alguna vuelta he cantao / ante panzudos patrones / he picaneao las razones /
profundas del pobrerío. / Yo no traiciono a los míos /por palmas ni
patacones. // Aunque canto en todo rumbo / tengo un rumbo preferido. / Siempre
canté estremecido / las penas del paisanaje, / la explotación y el ultraje / de
mis hermanos queridos. // Pa que cambiaran las cosas / busqué rumbo y me perdí;
/ al tiempo, cuenta me dí / y agarré por buen camino. / ¡Antes que nada,
argentino; / y a mi bandera seguí...! // Yo soy del norte y del sur, / del llano
y del litoral; / y nadie lo tome a mal / si hay mil gramos en el kilo. / Ande
quiera estoy tranquilo / pero ensillao, soy bagual. // El cantor debe ser libre
/ pa desarrollar su cencia. / Sin buscar la conveniencia / ni alistarse con padrinos.
/ De esos oscuros caminos / yo ya tengo la experiencia. // Yo canto, por ser
antiguos / cantos que ya son eternos; / y hasta parecen modernos / por lo
que en ellos vichamos. / Con el canto nos tapamos / para entibiar los
inviernos... // Yo no canto a los tiranos / ni por den del patrón. / El pillo y
el trapalón / que se arreglen por su lado / con payadores comprados / y
cantores de salón. // Por la fuerza de mi canto / conozco celda y penal. / Con
fiereza sin igual / más de una vez fui golpito, / y al calabozo tirao / como
tarro al basural. // Se puede matar a un hombre, / pueden su rancho quemar. /
Su guitarra destrozar. / ¡Pero el ideal de la vida, / esa es leñita prendida / que
naides ha de apagar! // Los malos se van alzando / todo lo que hallan por áhi;
/ como granitos de máiz / siembran los peores ejemplos, / y se viene abajo el templo
/ de la decencia del país. // Detrás del ruido del oro / van los maulas como
hacienda; / no hay flojo que no se venda / por una sucia moneda; / más, siempre
en mi tierra queda / gauchaje que la defienda. // Cantor que cante a los pobres
/ ni muerto se ha de callar. / Pues ande vaya a para / el canto de ese
cristiano, / no ha de faltar el paisano / que lo haga resucitar. // Hoy que ha
salido un poquito /de sol pal trabajador. / No falta más de un cantor / que lo
cante libremente. / Pero sabe mucha gente / que primero canté yo. // El
estanciero presume / de gauchismo y arrogancia. / Él cree que es
extravagancia / que su peón viva mejor. / Más, no sabe ese señor / que por su
peón tiene estancia. // Aquel que tenga sus reales / hace muy bien en
cuidarlos; / pero si quiere aumentarlos / que la ley no se haga el sordo. / En
todo puchero gordo / los choclos se vuelve marlos. // Una vuelta, sin trabajo,
/ andaba por Tucumán, / y en una fonda, ande van / cantores de madrugada,
/ me acerqué pa la payada / que siempre ha sido mi afán. // Aunque extrañando
la monta / me le apilé a un instrumento. / Y al cabo de algún momento / le di
puerta a una baguala, / con una coplita rala / de esas que llevan los vientos.
// Fuera tal vez la guitarra. / ¡Tan lindo como sonaba! /Mi corazón remontaba /
tristezas de los caminos, / y lo maldije al destino / que tantas penas me daba.
// Un hombre se me acercó / y me dijo: -¿Qué hace acá? / Viaje pa la gran
ciudad / que allá lo van a entender; / ahi tendrá fama, placer / y plata pa
regalar. // ¡Para que lo habré escuchao! / ¡Si era la voz del Mandinga! /
Buenos Aires, ciudá gringa, / me tuvo muy apretao. / Tuitos se hacían a un lao
/ como cuerpo a la jeringa. // Y eso que no vine pobre / pues traiba alpargatas
nuevas. / Las viejas... pa cuando llueva / en la alforja las metí; / un
pantalón color gris / y un saco tirando a leva. // Saltando de radio en radio /
anduve, figuresé. / Cuatro meses me pasé / en partidas malogradas; / nadie
aseguraba nada, / y sin plata me quedé. // Vendí mis lindas alforjas. / Mi
guitarra, ¡la vendí! / En mi pobreza, ay de mí, / me hubiera gustao guardarla.
/ ¡Tanto que me ha costao comprarla! / Pero, en fin... todo perdí. // ¡Vihuela,
dónde andarás, / qué manos te están tocando. / Noches eternas pensando / siquiera
como consuelo, / que sea un canto de este suelo / lo que te están
arrancando...! // Cuando el máiz está en barbecho / luce un color brillantón; /
las hebras, como un nailón / presumen con sus lindezas. / Pero agachan la cabeza
/ si las agarra el carbón. // Igual me pasaba a mí / en aquellos tiempos idos;
/ joven, fuerte, presumido, / y cuando se acabó el queso, / volví en un triste
regreso / poblada l'alma de olvidos. // Cosas de la juventud... / ¡Malhaya,
dónde andarás...! / Aura que estoy bataraz / de tanto cambiar el pelo, /
recuerdo aquellos desvelos / pero no miro p'atrás. // Me volví pal Tucumán / nuevamente
a padecer. / Y en eso de andar y ver / se pasaron muchos años / entre penas,
desengaños, / esperanzas y placer. // Más, no jue tiempo perdido, / asegún lo
vi después. / Porque supe bien como es / la vida de los paisanos. / De todos me
sentí hermano / del derecho y del revés. // Siempre recuerdo los tiempos / en
que iedras o pasé, / los cerros que atravesé / buscando lo que no hallaba, / y
hasta a veces me quedaba / por esos campos de a pie. // La vida me fue
enseñando / lo que vale una guitarra; / por ella anduve en las farras / tal vez
hecho un estropicio, / y casi me agarró el vicio / con sus invisibles
garras. // Menos mal que adentro llevo / lo que la tierra me dio. / -Patria,
raza o que sé yo-, / pero que me iba salvando, / y así, seguí caminando /
por los caminos de Dios. // La cosas estaba en pensar / que al pulsar el
instrumento, / hay que dar con sentimiento / toda la fuerza campera. / Pero
nadie larga afuera / si no tiene nada adentro... // La guitarra es palo hueco,
/ y pa tocar algo bueno, / el hombre debe estar lleno / de claridades internas.
/ ¡Pa sembrar coplas eternas / la vida es un buen terreno...! // Si el rezar
brinda consuelos / al que consuelo precisa, / igual que cristiano en misa / o
matrero en medio 'el monte, / yo rezo en los horizontes / cuando la tarde
agoniza. // Queda callada la pampa / cuando se ausenta la luz. / El chajá y el
avestruz / van buscando la espesura, / y se agranda en la llanura / la soledad
del ombú. // Entonces, igual que un poncho / a uno lo envuelve la tierra. / Desde
el llano hasta la sierra / se va una sombra extendiendo, / y el alma va
comprendiendo / las cosas que el mundo encierra. // Ahí está el justo momento /
de pensar en el destino. / Si el hombre es un peregrino, / o busca amor y querencia,
/ o si cumple la sentencia / de morir en los caminos. // En el Norte vide cosas
/ que ya nunca he de olvidar. / Yo vide gauchos peliar / con facones caroneros
/ o con machetes cañeros / que el verlos hacía temblar. // Rara vez mata el
paisano / porque ese instinto no tiene; / el duelo criollo se aviene / por no
recular ni un tranco. / Hace saber que no es manco / y en el peliar se
entretiene. // No hay serrano sanguinario / ni coya conversador; / el más capaz
domador / jamás cuenta sus hazañas, / y no les tienta la caña / porque el
"morao" es mejor. // Cada pago se aficiona / a una forma de peliar, /
y aquel que quiera guapear / antes tendrá que advertir / que para saber salir /
hay que aprender a dentrar. // Se agarran a puñetazos / igual que en
cualesquier parte; / pero es una cencia aprte / usar los modos del pago. / Ahí
se pone fiero el trago / como dijo don Narvarte. // Cordobés, pa la pegrada. / Riojano,
pal rebecaso. / Chileno, pal caballaso. / Salteño, con daga en mano. / Y es un
rey el tucumano / pa peliar a cabezasos. // Siempre el criollo ha de peliar /
de noche y medio machao. / Es una pena, cuñao, / que a veces por una tuna / se
nublen noches de luna / y cielitos estrellaos. // Una canción sale fácil /
cuando uno quiere cantar. / Cuestión de ver y pensar / sobre las cosas del
mundo. / Si el río es ancho y profundo / cruzo el que sabe nadar. // Que otros
canten alegrías / si es que alegres han vivido. / Que yo también he sabido / dormirme
en esos engaños. / Pero han sido más los años / de porrazos recibidos. // Nadie
podrá señalarme / que canto por amargao. / Si he pasao lo que he pasao / quiero
servir de advertencia. / El rodar no será cencia / pero tampoco es pecao. // Yo
he caminao por el mundo / he cruzao tierras y mares, / sin fronteras que me
pare / y en cualesquiera guarida, / yo he cantao, tierra querida / tus dichas y
tus pesares. // A veces, caiban al canto / como vacaje a la aguada / para
escuchar mis versadas / hombres de todos los vientos, / trenzando sus
sentimientos / al compás de la encordada. // Pobre de aquel que no sabe /
del canto las hermosuras. / La vida, la más oscura, / la que tiene más
quebrantos, / hallará siempre en el canto / consuelo pa su tristura. //
Dicen que no tiene canto / los ríos que son profundos. / Más yo aprendí en este
mundo / que el que tiene más hondura, / canta mejor por ser hondo, / y hace mil
de su amargura. // Con los tumbos del camino / se entran a torcer las cargas. /
Pero es ley que en huella larga / deberán acomodarse. / Y aquel que llega a
olvidarse / las ha de pasar amargas. // Amigos, voy a dejar. / Está mi
parte cumplida / en la forma preferida / de una milonga pampeana. / Canté de
manera llana / ciertas cosas de la vida. // Aura me voy. No sé adónde. / Pa' mí
todo rumbo es güeno. / Los campos, con ser ajenos / los cruzo de un galopito.
/ Guarida no necesito, / yo sé dormir al sereno... //Siempre hay alguna tapera
/ en la falda de una sierra. / Y mientras siga esta guerra / de
injusticias para mí, / yo he de pensar desde allí / canciones para mi tierra.
// Y aunque me quiten la vida / o engrillen mi libertad. / ¡Y aunque chamusquen
quizá / mi guitarra en los fogones, / han de vivir mis canciones / en
l'alma de los demás! // ¡No me nuembren, que es pecao, / y no comenten mis
trinos! / Yo me voy con mi destino / pa'l lao donde el sol se pierde. / ¡Tal
vez alguno se acuerde / que aquí cantó un argentino!
Su
destino de caminante le llevó a Entre Ríos en 1931, cuando contaba tan sólo 23 años. Allí descubrió otra de las
diferentes caras de un mismo mundo:
"Sin
calendario... con la sola brújula del corazón, me topé con un ancho río, con
bermejos barrancos gredosos, con restingas bravas y pequeñas barcas azules. Más
allá, las islas, los sarandisales, los aromos, refugios de matreros y
serpientes, solar de haciendas chúcaras".
Esa nueva visión le descubrió su espíritu revolucionario ante tanta injusticia
y tanto desprecio del hombre por el hombre. Él no empuñaba pistolas ni puñales,
pero su palabra era temida y peligrosa para los intereses de los de siempre, de
aquellos que, teniéndolo todo, no quieren perder nada. Tuvo que huir a Uruguay
perseguido por la policía a causa de sus ideas, donde se mantuvo con sus poemas
y sus canciones por bibliotecas y escuelas y donde conoció a otro poeta
universal, Romildo Risso.
Dos
años después vuelve a tierras de Argentina, de nuevo a Entre Rios:
"A contemplar el misterio de los montes
emponchados de niebla en las mañanas"...
MILONGA DEL PEÓN DE CAMPO
Yo nunca tuve tropilla, / siempre en
montao en ajeno. / Tuve un zaino que, de bueno, / ni pisaba la gramilla. / Vivo
una vida sencilla, / como es la del pobre pión: / madrugón tras madrugón, / con
lluvia, escarcha o pampero, / a veces, me duelen fiero, / los hígados y el
riñón. / Soy peón de La Estancia Vieja, / Partido de Magdalena, / y aunque no
valga la pena, / anoten, que no son quejas: / un portón lleno de rejas, / y
allá, en el fondo, un chalé. / Lo recibirá un valet, / que anda siempre
disfrazao, / más no se asuste, cuñao, / y por mí pregúntele. / Ni se le ocurra
decir / que viene pa´ visitarme: / diga que viene a cobrarme, / y lo han de
dejar pasar. / Allá le van a indicar, / que siga los ucalitos. / Al final, está
un ranchito, / que han levantao estas manos. / Esa es su casa, paisano, /¡ ahí
puede pegar el grito! / Allá le voy a mostrar, / mi mancarrón, mis dos perros,
/ unas espuelas de fierro, / y un montón de cosas más. / Si es entendido, verá:
/ un poncho de fina trama, / y el retrato de mi Mama, / que es ande rezo
pensando, / mientras lo voy adornando, / con florcitas de retama. /¿Qué puede
ofertarle un pión, / que no sean sus pobrezas...? / A veces me entra tristeza,
/ y otras veces, rebelión. / En más de alguna ocasión, / quisiera hacerme
perdiz, / para ver de ser feliz, / en algún pago lejano. / Pero a la verdad,
paisano, /¡me gusta el aire de aquí...!
De
aquella época data la canción “Paso de los Andes”, la cual está compuesta en el
que él llamó estilo “mangruyano”, un instrumental de sólo guitarra, debido a la
Agrupación “El Mangruyo” a la que pertenecía.
Marcha
a Córdoba y comienza a tener sus contactos con personalidades políticas de la
izquierda argentina, pero también aprovechó, como siempre, para ir conociendo
las personas que habitaban en aquellos valles y en aquellas sierras acompañado
por Ruiz Huidobro y Felipe Chocobar:
“Cuarenta días a lomo de mula... con poquito
de ropa, algún libro,... un charango... una quena y una guitarra". (…) “...he
dormido en chozas donde la miseria abochorna todos los paisajes, en los valles
abandonados, atando mi caballo a lazo largo y asegurando la presilla en una
espuela, dejándome la bota a medio quitar para así despertarme a medio
tirón...".
En
1935 se da a conocer al mundo a través de Radio El Mundo, el mismo día de su
inauguración, y al año siguiente comienza a grabar con el sello RCA Victor. Se
establece en Tucumán:
"Tomábamos
mate y poníamos un pañuelo a la guitarra bajo las cuerdas. Así podíamos tocar
hasta el alba sin molestar a los vecinos. El rasgueo parecía una caja de
fósforos; lo hacíamos sin gritar, casi íntimo, cantando el uno para el otro,
divirtiéndonos e emocionándonos hasta las lágrimas”.
Comenzó
a ganarse la vida por los pueblos con su amigo Ernesto Gómez Molina, con quien
recorrían la sierra en un camión donde llevaban un proyector y películas de
vaqueros que hacían ver sobre una sábana blanca por 20 centavos, si se
colocaban en el lado correcto, o 10 si la veían por el otro. Concluido el film,
se subía en la caja e interpretaba para todos los asistentes zambas, chacareras
y gatos.
LOS EJES DE MI CARRETA
Porque no engraso los ejes / me llaman
abandonao, / si a mi me gusta que suenen / pa' que los quiero engrasar. // Es
demasiado aburrido / seguir y seguir la huella, / andar y andar los caminos / sin
nada que me entretenga // No necesito silencio, / yo no tengo en quien pensar.
/ Tenia, pero hace tiempo, / ahora ya no tengo más. // Los ejes de mi carreta /
nunca los voy a engrasar.
Allá
por el año 1949 comenzó su interés por la antropología y viajó, andando, con el
profesor Alfred Métraux con la finalidad de estudiar la vida de los chiriguanos
de Bolivia.
En
los años siguientes comienza a publicar sus libros de poemas: “Piedra sola” y
“Aires indios”.
En
1945 se afilia al Partido Comunista, donde cree encontrar la verdadera
democracia que le permitía luchar contra el régimen que gobierna Argentina,
pero lo que consiguió fue la prohibición de actuar en el país y el silencio de
todas sus obras, además de ser detenido muchas veces por cualquier escusa , e
incluso torturado, y fue por entonces cuando compuso el gran poema “El payador perseguido” que ya hemos
presentado anteriormente:
"Por fuerza de mi canto / conozco celda y
penal. / Con fiereza sin igual / más de una vez fui golpeao / y al calabozo
tirao / como tarro al basural.”
Duerme, duerme, negrito, / que tu
mamá está en el campo, / negrito... / Te va a traer / codornices para
ti. / Te va a traer / rica fruta para ti. / Te va a traer /
carne de cerdo para ti. / Te va a traer / muchas cosas para ti /
Y si el negro no se duerme, / viene el diablo blanco / y ¡zas! Le
come la patita, / ¡chacapumba! / Duerme, duerme, negrito, / que tu
mamá está en el campo, / negrito... / Trabajando, / trabajando
duramente, / trabajando sí. / Trabajando y no le pagan, / trabajando
sí. / Trabajando y va tosiendo, / trabajando, sí. / Trabajando
y va de luto, / trabajando sí. / Para el negrito chiquitito, / trabajando,
sí. / Duramente, sí. / Va tosiendo, sí. / Va de luto, sí. /
Duramente, sí / Duerme, duerme, negrito, / que tu mama está en el
campo, / negrito...
Pero
Yupanqui era un hombre libre en todos los sentidos y no toleraba bien las
instrucciones ni directivas de los partidos políticos, por lo que, tras seis
años de afiliación, finalmente llegó el divorció con el Partido Comunista:
Pa que cambiaran las cosas / busqué rumbo y me
perdí; / al tiempo, cuenta me di /y agarré por buen camino. / ¡Antes que nada,
argentino, / y a mi bandera seguí! // El cantor debe ser libre / pa desarrollar
su cencia, / sin buscar la conveniencia, / ni alistarse con padrinos. / De esos
oscuros caminos / yo ya tengo la experiencia.
Es
a partir de ese momento cuando surge el verdadero poeta comprometido con el
sufrimiento de sus semejantes que se dedica a escribir las mejores canciones
protesta que él mismo canta sin miedo alguno, la novela “Cerra Bayo”, la cual daría pie a la película “Horizontes de piedra” y sus viajes por Europa donde, en París,
conocería a Paul Eluard quien le presentaría a la cantante Edith Piaf:
“Bueno, pasado mañana tengo mi concierto en el
Teatro Ateneo. Esta contratada Edith Piaf, que es la sensación de París este
año. Parece que ha hecho una carrera meteórica. Cantaba canciones francesas sin
pena ni gloria, hasta que la descubrió un empresario inglés y le hizo una gran
publicidad. Ahora se ha casado con un millonario y noble francés, tiene palacio
y yatch, petit hotel en la Riviere, y es la artista más cara de Francia. Es
democrática y tiene 42 años. Yo todavía no la conozco. Los amigos le pidieron
que fuera a cantar al Ateneo y aceptó de buen grado. Parece que me oyó una
noche en Salle Pleyel porque le dijo a Aragón: Yo sé que cantaré para un
artista de verdad".
GUITARRA DÍMELO TÚ
Si yo le pregunto al mundo, / el mundo
me ha de engañar, / cada cual cree que no cambia, / y que cambian los demás. //
Y paso las madrugadas, / buscando un rayo de luz, / ¿porqué la noche es tan
larga? /Guitarra, dímelo tú. // Se vuelve cruda mentira, / lo que ayer fue
tierna verdad, / y hasta la tierra fecunda, / se convierte en arenal. // Y paso
las madrugadas, / buscando un rayo de luz, / ¿porqué la noche es tan larga? / Guitarra,
dímelo tú. // Los hombres son dioses muertos, / de un tiempo ya derrumbao, / ni
sus sueños se salvaron, / sólo la sombra ha quedao. // Y yo le pregunto al
mundo, / y el mundo me ha de engañar, / cada cual cree que no cambia, / y que
cambian los demás. // Y paso las madrugadas, / buscando un rayo de luz, /
¿porqué la noche es tan larga? / Guitarra, dímelo tú.
Desde
ese concierto, su éxito en Europa fue rotundo, grabando varios larga duración y
realizando más de cincuenta conciertos por el viejo continente, incluso en
Japón, donde escribe el poema “Hiroshima”:
"Como Ave Fénix, de las cenizas renaciendo.
Como una Sinfonía de Beethoven
que alcanza la alegría a través del dolor.
Como un héroe legendario resucitando en cada célula,
organizando el pulso de las arterias,
vigorizando el músculo,
lavando el alma con agua y luz de siglos
hasta recuperarte y consagrarte
al oficio y al libro,
al canto y la esperanza.
Labrador del futuro, gran sembrador del sueño,
Así mi corazón te siente, enamorado,
¡Hiroshima!
Qué noche fue tu noche, kimono desgarrado.
Cuando todo era sol sobre la tierra.
El horror sin fronteras, y la ciudad sin niños,.
Ni pinos en las sierras, ni arrozal en los prados.
Ni un ave, ni una flauta de bambú
contando historias bajo las estrellas.
Todo fue un gran silencio, sin salmo, sin adioses.
Ni lágrima ni salmo.
Sólo un inmenso asombro horrorizado.
¡Hiroshima!
Pero Dios custodiaba tu ternura,
Tu sagrada semilla, tu voz profunda.
Y te recuperaste, y renaciste,
Hasta pintar de nuevo la timidez graciosa del cerezo.
Y las madres pudieron en la tarde
Recomenzar el canto interrumpido.
¡Nem Kororó! ¡Nem Kororó!
Así te siente mi corazón enamorado.
Así te canta mi guitarra Argentina.
Así te digo adiós y en ti me quedo.
¡Hiroshima!.
Como una Sinfonía de Beethoven
que alcanza la alegría a través del dolor.
Como un héroe legendario resucitando en cada célula,
organizando el pulso de las arterias,
vigorizando el músculo,
lavando el alma con agua y luz de siglos
hasta recuperarte y consagrarte
al oficio y al libro,
al canto y la esperanza.
Labrador del futuro, gran sembrador del sueño,
Así mi corazón te siente, enamorado,
¡Hiroshima!
Qué noche fue tu noche, kimono desgarrado.
Cuando todo era sol sobre la tierra.
El horror sin fronteras, y la ciudad sin niños,.
Ni pinos en las sierras, ni arrozal en los prados.
Ni un ave, ni una flauta de bambú
contando historias bajo las estrellas.
Todo fue un gran silencio, sin salmo, sin adioses.
Ni lágrima ni salmo.
Sólo un inmenso asombro horrorizado.
¡Hiroshima!
Pero Dios custodiaba tu ternura,
Tu sagrada semilla, tu voz profunda.
Y te recuperaste, y renaciste,
Hasta pintar de nuevo la timidez graciosa del cerezo.
Y las madres pudieron en la tarde
Recomenzar el canto interrumpido.
¡Nem Kororó! ¡Nem Kororó!
Así te siente mi corazón enamorado.
Así te canta mi guitarra Argentina.
Así te digo adiós y en ti me quedo.
¡Hiroshima!.
En
1968 visita por primera vez España y la recorre
en toda su geografía reconociéndose con sorpresa en cada pueblo y en
cada camino:
"En cualquier canción que nosotros cantemos, en
nuestra manera de dolernos o de esperanzarnos, hay una vieja herencia. En la
más gaucha de nuestras coplas anda por ahí un abuelo español dando
consejos".
EL ALAZÁN
Era
una cinta de fuego, /galopando, galopando. /Crin revuelta en
llamaradas, /mi alazán te estoy nombrando. // Trepo las sierras con
luna, / cruzó los valles nevando. / Cien caminos anduvimos, / mi
alazán te estoy nombrando. // ¿Qué oscuro lazo de nieve / te pialó junto
al barranco? / ¿Cómo fue que no lo viste? / ¿Qué estrella andabas buscando? // En
el fondo del abismo, / ni una voz para nombrarlo. / Solito se fue muriendo, /
mi caballo, mi caballo. // En una horqueta de un tala / hay un morral
solitario, / y hay un corral sin relinchos, / mi alazán te estoy
nombrando. // Si es como dicen algunos, / que hay cielos pal' buen
caballo, / por ahí andará mi flete, / galopando, galopando. // Oscuro
lazo de nieve / te pialó junto al barranco. / ¿Cómo fue que no lo
viste? / ¿Qué estrella andabas buscando? // En el fondo del abismo, /
ni una voz para nombrarlo. / Solito se fue muriendo, / mi caballo, mi
caballo.
Finalmente
establece su residencia en Francia, aunque volvería de vez en cuando a
Argentina, aunque evitó hacerlo durante la dictadura de Videla. En el país galo
fue reconocido von la condecoración de Caballero de la Orden de las Artes y las
Letras y allí mismo, en la ciudad de Nimes, murió Atahualpa un 23 de mayo de
1992, dejándonos la inestimable herencia de cientos de canciones, poemas y
algún que otro libro de género diferente, pero sobre todo su sentimiento de
libertad y su amor por el prójimo más desfavorecido… y su fe en el camino del
que hizo su meta, su vida.
“El primer deber del hombre es definirse.
Ubicarse como testigo y actor de un viejo pleito entre la mentira y la verdad.
Y exponer, testimoniar. Para llegar a esto debemos despojarnos de miserias
interiores. Tenemos que barrer el patio del fondo".
Nada resulta superior al destino del canto.
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
porque ellos se nutren con su propia luz,
se alimentan de su propia pasión,
renacen cada día para ser.
Si, la tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres indicados
para traducirla en la esperanza, en la pena,
en la soledad.
Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
si comprendes su sombra, te espera
una tremenda responsabilidad.
Puede perseguirte la adversidad,
aquejarte el mal físico,
empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
pueden burlarte y negarte los otros,
pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,
porque es sólo tuya.
Es de la tierra que te ha señalado.
Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.
La luz que alumbra el corazón del artista
es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
para encontrar la belleza en el camino,
la soledad, el miedo, el amor y la muerte.
Si tu no crees en tu pueblo, si no amas ni esperas
no alcanzaras a traducirlo nunca.
Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,
solo sin soledad.
Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito
será un grito solamente tuyo, que nadie podrá entender.
Sí, la tierra señala a sus elegidos.
Y al llegar el final, tendrán su premio: nadie los nombrará,
serán lo "anónimo",
pero ninguna tumba guardará su canto.
Ninguna fuerza abatirá tus sueños,
porque ellos se nutren con su propia luz,
se alimentan de su propia pasión,
renacen cada día para ser.
Si, la tierra señala a sus elegidos.
El alma de la tierra, como una sombra, sigue a los seres indicados
para traducirla en la esperanza, en la pena,
en la soledad.
Si tú eres el elegido, si has sentido el reclamo de la tierra,
si comprendes su sombra, te espera
una tremenda responsabilidad.
Puede perseguirte la adversidad,
aquejarte el mal físico,
empobrecerte el medio, desconocerte el mundo,
pueden burlarte y negarte los otros,
pero es inútil, nada apagará la lumbre de tu antorcha,
porque es sólo tuya.
Es de la tierra que te ha señalado.
Y te ha señalado para tu sacrificio, no para tu vanidad.
La luz que alumbra el corazón del artista
es una lámpara milagrosa que el pueblo usa
para encontrar la belleza en el camino,
la soledad, el miedo, el amor y la muerte.
Si tu no crees en tu pueblo, si no amas ni esperas
no alcanzaras a traducirlo nunca.
Escribirás, acaso, tu drama de hombre huraño,
solo sin soledad.
Cantarás tu extravío lejos de la grey, pero tu grito
será un grito solamente tuyo, que nadie podrá entender.
Sí, la tierra señala a sus elegidos.
Y al llegar el final, tendrán su premio: nadie los nombrará,
serán lo "anónimo",
pero ninguna tumba guardará su canto.
("Destino del canto")
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