ÉRASE UNA VEZ: Teoría de la novela 3, por Melquíades Walker - Septiembre 2012
“Cada novelista recrea el mundo a su imagen y
semejanza, corrige la realidad en función de sus demonios. El instrumento
mediante el cual se opera la transfiguración es el estilo.”
Mario Vargas Llosa
Aquí
estamos, delante de la pantalla del ordenador, o de la máquina de escribir con
su folio inmaculado, o ante una hoja de un bloc que todavía huele a nuevo
comprado expresamente para esto… Y nos hemos sentado con toda la predisposición
intacta para llevar a cabo esta tarea, la de comenzar a escribir una novela… E,
inocentes e inexpertos, nos proponemos realizar un verdadero proceso de
gestación así, sin más, sin darnos cuenta que, al igual que cualquier parto,
éste también puede ser, a la vez que feliz, muy doloroso.
¿Cómo
será?... ¿Tradicional?... ¿Un ente organizado, lineal, bien estructurado en
diferentes episodios y elementos perfectamente trabados entre sí hasta crear
una red compleja, pero uniforme y resistente?... ¿O nos saldrá rebelde,
innovadora, basada y orgullosa de su singularidad?... Y la duda carcome las
patas de nuestra estabilidad… y ya comenzamos a sentirnos menos seguros…
Pero
veamos. ¿Cómo es una novela tradicional? La respuesta es sencilla, la podemos
encontrar en cualquier manual de literatura. En una novela tradicional los
episodios están estructurados en una sucesión premeditada que gira alrededor de
un tema al que deberemos sumar unos personajes y sus subsiguientes motivos
temáticos, los cuales, tanto unos como los otros, aparecerán y desaparecerán
según convenga. Así mismo, en cada episodio existen una serie de elementos
organizados en función de la trama y enlazados en función de la intriga.
Por
su parte, la novela innovadora rompe con las normas, va por libre y no respeta
las reglas que siempre nos han parecido inviolables. Pero para tenerlo más
claro, nada mejor que dos ejemplos:
“no prolongues
por rutina la frase irrisoria del intelectual que sufrir
cree y obscenamente lo proclama
por el país y
sus hombres
españahogándose
y esas leches
con la mirada
perdida en el mar la escollera la Sexta Flota Americana los depósitos de carbón
los tanques de petróleo las barcas de vela
las gaviotas las cloacas”
Juan Goytisolo
Señas de
identidad
¿Qué
ha pasado con los signos de puntuación?... ¿Dónde comienzan o acaban las
frases?...
“(…) y la
fotografía del bigotudo-caballero-vestido-de-frac-con-la-chistera-puesta que se
estaba tirando a la
mujer-desnuda-de-ancas-de-yegua-percherona-tetas-de-vaca-suiza-moño-en-rodete-que-le-chupaba-al-caballero-la-guía-izquierda-del-bigote
y era lo más pornográfico que había visto en su vida.”
Gonzalo Torrente
Ballester
La saga / fuga
de J.B.
¿Y
qué decir de la creación de palabras supercompuestas?...
Sin
embargo, no debemos olvidar que tanto en un tipo como en otro de novela siempre
existirán unas pautas básicas que serán imprescindibles, a saber:
El
tema, donde aparece la idea principal y las secundarias, las cuales deberemos
tener claro la forma de desarrollarlas, si directamente o mediante una
simbología, y los motivos temáticos que tengamos a bien incorporar.
El
argumento, en el que destacaremos los aspectos del tema que más nos convengan y
del cual elegiremos una parte como inicio de la novela.
Las
formas de narración, es decir, la manera de presentar la voz narrativa:
directa, mediante diálogo, indirecta o descripción. Así mismo, se deberá tener
claro la importancia que desempeñarán el espacio y la ambientación.
Los
personajes, de quienes deberemos extraer al protagonista, o protagonistas, sus
caracterizaciones y la relación entre ellos.
La
distribución de la misma, teniendo claro la cantidad de capítulos y el criterio
de tal división, sus episodios y la extensión de los mismos.
Pero
no debemos olvidar que todo escritor crea para que otras personas lean sus
obras, es decir, en función de un posible lector, y cuando un autor se dispone
a escribir lo hace desde su perspectiva y de acuerdo a su mundo referencial, a
su imaginación, a las pautas narrativas elegidas y a las del género, y de esta
forma la novela se convierte en un hilo conductor que le pone en contacto con
el lector quien, a su vez, mediante el proceso de descodificación que es la
lectura, la recrea según su propia perspectiva, es decir, según su mundo
referencial y su imaginación. Por ello, a la hora de codificar, un escritor
tiene la obligación de ser comprensible y de respetar las pautas narrativas más
básicas, por innovador y revolucionario que pretenda ser.
En
esta simbiosis entre lo académico y la novedad aparece lo que se ha dado en
llamar “el sello de marca”, es decir, ese estilo personal que distingue a todos
los grandes creadores del resto, y esto se consigue mediante el estudio, el
trabajo y el desarrollo de unas habilidades innatas que otros no tienen, pero,
sobre todo, ejercitando la capacidad de observación de todo cuanto nos rodea,
saber percibir la realidad y poder transformarla mediante la imaginación;
poseyendo una cierta habilidad para seleccionar y combinar las imágines
percibidas, y, sobre todo, siendo bastante competente en cuanto al dominio del
lenguaje y de las normas literarias. Tened en cuenta que para romper alguna
norma, primero hay que conocerla.
Realizadas
estas cuestiones preliminares, podemos pasar a elaborar un guión previo para el
comienzo de nuestra obra:
1.
Diseñar
un argumento.
a.
¿Quién
será el protagonista?
b.
¿Dónde
ocurrirán los hechos?
c.
¿En
qué época?
d.
¿Qué
conflicto se desarrollará?
e.
¿Cuáles
serán los puntos de tensión?
f.
¿Cuál
será el hilo conductor?
2.
Redactar
la síntesis narrativa.
a.
¿Cuáles
serán los puntos básicos?
b.
¿Cuál
será la relación entre principio y final?
3.
Realizar
una síntesis de la novela destacando los puntos más relevantes de la misma. No
más de treinta páginas.
4.
Comienzo
de la escritura: se puede realizar por el inicio o por cualquier punto
intermedio.
Y
principiaremos… Bueno, es fácil decirlo, ya lo sé, pero…
El
caso es que, a pesar de las libertades estructurales de la novela actual, no
debemos olvidarnos de los elementos narrativos elementales, como son:
i.
Los
elementos narrativos, consistentes en las unidades o divisiones mínimas de un
texto, que pueden incluir tanto descripciones como diálogos.
ii.
Las
situaciones, que podríamos definirlas como la unión de dos o más fragmentos
narrativos y que, en ocasiones, coinciden con la acción.
iii.
Los
episodios, que nos es otra cosa que la unión de dos o más situaciones.
iv.
Y
los capítulos, que, como ya habréis supuesto con acierto, son el resultado de
dos o más episodios.
Como
se puede comprobar, escribir una novela consiste en ir encajando pequeñas
piezas para ir formando otra más grande y así sucesivamente, pero sin olvidar
la continuidad narrativa, lo que quiere decir que no sirve simplemente ir
sumando fragmentos sin cohesión, sino que todos deben encajar perfectamente,
manteniendo entre sí el hilo argumental. Y eso sí, antes de todo habremos
decidido de qué va nuestra obra, es decir, el tema, y claro, ahí es como elegir
el nombre del niño, pues hay una enorme gama donde elegir: Novela maravillosa,
fantástica, policíaca, romántica, social, de aventuras, psicológica, costumbrista,
humorística, etc… Pero de ello depende la consecución de un buen producto
final.
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