CAJÓN DE SASTRE: De magdalenas, sentido y lenguaje poético, por Raúl Molina - Abril 2012
Cajón de sastre
De magdalenas, sentidos y lenguaje poético
Raúl Molina – Abril 2012
El narrador de Por el camino de Swann, la primera de
las novelas que compone la heptalogía de Marcel Proust En busca del tiempo perdido, recuerda su infancia al comer una
magdalena con una taza de té, pues la textura y el aroma de ella le recuerda a
aquella época en la que viajaba con sus padre a casa de su tía Leoncia. Podemos
leer esto desde el siguiente punto de vista: la memoria sensorial es la más
duradera y fiable, mientras que otros tipos de recuerdos que articulamos
alrededor del lenguaje pueden verse afectados por las deficiencias de este para
plasmar la realidad. ¿Qué sabor tiene un tomate?, ¿A qué huelen las naranjas?
Es complicadísimo lograr describir estas sensaciones, sin embargo en cuanto
percibimos un sabor similar al de un tomate en alguna comida nos damos cuenta,
al igual que si olemos algo similar a una naranja. Es una clara prueba de que
nuestra memoria sensorial no nos traiciona, mientras que aquella basada en el
estudio, por ejemplo, sí lo hace; todos hemos tenido experiencias de este tipo
delante de los exámenes: “¡Ojalá pudiera comerme los apuntes entonces!”, me
dijo un amigo el día en que le explicaron esto de la magdalena, a lo que yo respondí
“No te va a servir de nada, pero si los versificas dándoles un ritmo y/o una
rima los podrás aprender mucho más fácil”. Por supuesto, todo quedó en una
anécdota, pues al final no versificó sus notas de clase y mucho menos –gracias
a Dios- se las comió.
¿Por qué nos es más fácil
recordar aquello que guarda un ritmo marcado o que se establece sobre una
determinada rima? Muy sencillo, porque nuestra memoria sensorial auditiva capta
esas ideas de forma mucho más sencilla, y lo que es más importante, no las
olvida con facilidad. Por esta razón surge el lenguaje poético, pues es más
sencillo recordar y enseñar la religión,
los mitos, las labores agrícolas, la historia de los pueblos…, a través de las
estructuras de la poesía. Tendemos a pensar que nuestros antepasados no eran
inteligentes y que todo lo que hoy sabemos lo hemos descubierto desde hace unos
pocos años, sin embargo, esto es una de las mayores falacias que podemos
imaginar. Los pueblos antiguos usaban un lenguaje basado en rimas y ritmos para
transmitir los conocimientos de forma oral creando unos primitivos poemas,
alguno de los cuales ha llegado hasta nuestros días. Ya los antiguos egipcios,
más de dos mil años antes de Cristo, usaban lenguaje escrito en forma de poesía
para plasmar cantos de labor y religiosos y unos cinco siglos después los
sumerios lo usaron para la creación del primer gran poema épico del que tenemos
noticia, La epopeya de Gilgamesh. Los
griegos no eran tontos, de ahí que hicieran lo mismo con otros cantos épicos
como La Odisea o La
Ilíada. También los latinos la usaron para plasmar su mitología y también
para informar acerca de las labores agrícolas, como bien hizo Virgilio en Las Geórgicas, como podemos ver en el
siguiente fragmento extraído del Canto II.
El paso de las estaciones en el campo
No
hay descanso para él hasta que el año abunde
en frutos, crías y haces de espigas, y cubra
los surcos de cosecha, y rompa los graneros.
Viene el invierno: la aceituna de Sición
se tritura en las prensas; vuelven los cerdos
inflados de bellota; las selvas dan madroños;
frutos varios ofrece el otoño; allá arriba,
en las rocas, al sol, la vendimia madura.
Entre tanto, sus dulces hijos lo abrazan,
guarda el pudor su casta casa y, llenas
de leche, cuelgan las ubres de sus vacas;
sobre el ameno césped se embisten entre sí
pingües cabritos. Y él celebra los días festivos,
y, tendido en la hierba, donde arde el fuego
ritual y sus amigos enguirnaldan las cráteras,
libando te invoca, Leneo; después propone un juego
de veloz jabalina a los guardianes del rebaño:
el blanco será un olmo; y los robustos cuerpos
muestran su desnudez en la agreste palestra.
en frutos, crías y haces de espigas, y cubra
los surcos de cosecha, y rompa los graneros.
Viene el invierno: la aceituna de Sición
se tritura en las prensas; vuelven los cerdos
inflados de bellota; las selvas dan madroños;
frutos varios ofrece el otoño; allá arriba,
en las rocas, al sol, la vendimia madura.
Entre tanto, sus dulces hijos lo abrazan,
guarda el pudor su casta casa y, llenas
de leche, cuelgan las ubres de sus vacas;
sobre el ameno césped se embisten entre sí
pingües cabritos. Y él celebra los días festivos,
y, tendido en la hierba, donde arde el fuego
ritual y sus amigos enguirnaldan las cráteras,
libando te invoca, Leneo; después propone un juego
de veloz jabalina a los guardianes del rebaño:
el blanco será un olmo; y los robustos cuerpos
muestran su desnudez en la agreste palestra.
Por
tanto vemos como el lenguaje poético se crea con unos fines prácticos:
transmitir unos conocimientos básicos de forma oral de unas generaciones a
otras en unas épocas en las que la información no se podía almacenar como hoy
en día en libros, apuntes…, lo que hacía que fuera necesario un lenguaje que
facilitara el aprendizaje. Para ello se basaron en la memoria auditiva, creando
el lenguaje poético, que con el paso de los siglos se irá convirtiendo, como
podemos ver en la pequeña relación de obras anterior, en un objeto artístico.

SIGLO XV
Serranilla
V: Menga de Manzanares
(Íñigo López Mendoza, Marqués de Santillana)
Por todos estos pinares
nin en Navalagamella,
no vi serrana más bella
que Menga de Mançanares.
Desçendiedo yelmo a yuso,
cóntral Bovalo tirando
en esse valle de suso,
vi serrana estar cantando;
saluéla, segund es uso,
e dixe: "Serrana, estando
oyendo, yo non me excuso
de fazer lo que mandares".
Respondióme con ufana:
"Bien vengades, cavallero;
¿quién vos trae de mañana
por este valle señero?,
Ca por toda aquesta llana
yo non dexo andar vaquero,
nin pastora, nin serrana,
sinon Pasqual de Bustares.
Pero ya, pues la ventura
por aquí vos ha traydo,
convién en toda figura
sin ningund otro partido,
que me dedes la çintura,
o entremos a braz partido;
ca dentro en esta espesura
vos quiero luchar dos pares".
Desque vi que non podía,
partíme dallí sin daña,
como aquel que non sabía
de luchar arte nin maña;
con muy grand malenconía,
arméle tal guardamaña,
que cayó con su porfía
çerca de unos tomellares.
SIGLO XVI
Soneto XIII
(Garcilaso
de la Vega)
A
Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían.
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado!, ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!
SIGLO XVII
Desconfianza de sus versos
(Lope
de Vega)
Los que en sonoro verso y dulce rima
hacéis conceto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima,
oíd de un caos la materia prima
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta,
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.
Estas, en fin, reliquias de la llama
dulce que me abrasó, si de provecho
no fueren a la venta, ni a la fama,
sea mi dicha tal, que, a su despecho,
me traiga en el cartón quien me desama
que basta por laurel su hermoso pecho.
hacéis conceto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima,
oíd de un caos la materia prima
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta,
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.
Estas, en fin, reliquias de la llama
dulce que me abrasó, si de provecho
no fueren a la venta, ni a la fama,
sea mi dicha tal, que, a su despecho,
me traiga en el cartón quien me desama
que basta por laurel su hermoso pecho.
SIGLO XVIII
A la muerte de Filis
(José
de Cadalso)
Mientras vivió la dulce prenda
mía,
Amor, sonoros versos me inspiraste;
obedecí la ley que me dictaste,
y sus fuerzas me dio la poesía.
Mas, ay, que desde aquel aciago día
que me privó del bien que tú admiraste,
al punto sin imperio en mí te hallaste,
y hallé falta de ardor a mi Talía.
Pues no borra su ley la Parca dura
(a quien el mismo Jove no resiste),
olvido el Pindo y dejo la hermosura.
Y tú también de tu ambición desiste,
y junto a Filis tengan sepultura
tu flecha inútil y mi lira triste.
PRIMERA PARTE DEL SIGLO XIX
La despedida
(Leandro
Fernández de Moratín)
Nací de honesta madre: diome el
Cielo
fácil ingenio en gracias, afluente:
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud, el paternal desvelo.
Con sabido estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente:
la corva escena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.
Dócil, veraz: de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las Musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.
Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas; adiós, ingrata patria mía.
Rosalía
de Castro
SEGUNDA PARTE DEL SIGLO XIX
En su cárcel de espinos y rosas
(Rosalía de Castro)
En
su cárcel de espinos y rosas
Cantan y juegan mis pobres niños,
Hermosos seres, desde la cuna
Por la desgracia ya perseguidos.
En su cárcel se duermen soñando
Cuan bello es el mundo cruel que no vieron,
Cuan ancha la tierra, cuan hondos los mares,
Cuan grande el espacio, qué breve su huerto.
Y le envidian las alas al pájaro
Que traspone las cumbres y valles,
Y le dicen: — ¿Qué has visto allá lejos,
Golondrina que cruzas los aires?—
Y despiertan soñando, y dormidos
Soñando se quedan,
Que ya son la nube flotante que pasa,
O ya son el ave ligera que vuela,
Tan lejos, tan lejos del nido, cual ellos
De su cárcel ir lejos quisieran.
Cantan y juegan mis pobres niños,
Hermosos seres, desde la cuna
Por la desgracia ya perseguidos.
En su cárcel se duermen soñando
Cuan bello es el mundo cruel que no vieron,
Cuan ancha la tierra, cuan hondos los mares,
Cuan grande el espacio, qué breve su huerto.
Y le envidian las alas al pájaro
Que traspone las cumbres y valles,
Y le dicen: — ¿Qué has visto allá lejos,
Golondrina que cruzas los aires?—
Y despiertan soñando, y dormidos
Soñando se quedan,
Que ya son la nube flotante que pasa,
O ya son el ave ligera que vuela,
Tan lejos, tan lejos del nido, cual ellos
De su cárcel ir lejos quisieran.
—¡Todos
parten! —exclaman—. ¡Tan sólo,
Tan sólo nosotros nos quedamos siempre!
¿Por qué quedar, madre, por qué no llevarnos
Donde hay otro cielo, otro aire, otras gentes? —
Yo, en tanto, bañados en llanto mis ojos,
Los miro en silencio, pensando: —En la tierra,
¿Adonde llevaros, mis pobres cautivos,
Que no hayan de ataros las mismas cadenas?
Del hombre, enemigo del hombre, no puede
Libraros, mis ángeles, la egida materna.
Tan sólo nosotros nos quedamos siempre!
¿Por qué quedar, madre, por qué no llevarnos
Donde hay otro cielo, otro aire, otras gentes? —
Yo, en tanto, bañados en llanto mis ojos,
Los miro en silencio, pensando: —En la tierra,
¿Adonde llevaros, mis pobres cautivos,
Que no hayan de ataros las mismas cadenas?
Del hombre, enemigo del hombre, no puede
Libraros, mis ángeles, la egida materna.
SIGLO XX
Me dijo un alba de la primavera
(Antonio Machado)
Me dijo un alba de la primavera:
—Yo florecí en tu corazón sombrío
ha muchos años, caminante viejo
que no cortas las flores del camino.
Tu corazón de sombra, ¿acaso guarda
el viejo aroma de mis viejos lirios?
¿Perfuman aun mis rosas la alba frente
del hada de tu sueño adamantino?
Respondí a la mañana:
—Sólo tienen cristal los sueños míos.
Yo no conozco el hada de mis sueños,
ni sé si está mi corazón florido.
Pero si aguardas la mañana pura
que ha de romper el vaso cristalino,
quizás el hada te dará tus rosas;
mí corazón, tus lirios.
SIGLO XXI
De oro fino es este río
(Ignacio
Pagés Larruy)
De oro fino es este río
y de plata el verde árbol,
tintineante luz de luna
deja este sol en los álamos.
Del chopo cuelgan estrellas
y su alma es como de mármol.
Las noches de primavera,
en las que sueño los sábados,
tienen inscrita una letra
y un ritmo joven marcado.
Los valses cantan al sol,
que muere y padece airado
la mirada de aquel joven
bajo el álamo abrazado.
Y el girasol se encapucha
cuando queda sin amado.
Los gladiolos que son sangre
nacen siendo como un canto
y son el signo visible
de un amor apasionado,
que cantó en noches de luna
bajo este sol de los álamos.
Por
supuesto, vemos importantes diferencias entre ellos a causa de las modas
imperantes durante cada época, sin embargo hay algo que subyace a todos, esa
cadencia lingüística canónica que todos identificamos con el lenguaje poético
tradicional.
Sin
embargo, a partir del siglo XX van a surgir diferentes formas de ruptura con
este lenguaje. En primer lugar, el inicio de la vanguardia durante el primer
tercio de siglo XX es clave, pues gran parte de su poética se va a basar en la
ruptura del lenguaje poético a través de procedimientos diversos como el
oscurecimiento de las formas, la experimentación con estas, experimentación con
el lenguaje…, en algo que podemos llamar la subversión lingüística y formal de
la vanguardia.
Vicente Huidobro
|
Federico García
Lorca
|
También hay otra línea experimental que circula por caminos más cercanos a la experimentación lingüística que a la formal, pero que también se separa del lenguaje más tradicional a través de procedimientos sintácticos –orden oracional, experimentación con la puntuación…-, de oscurecimiento del verso, utilización de imágenes irracionales… Cultivadores de este tipo de poesía fueron gran parte de los miembros de la Generación del 27 –llamada así porque se reunieron ese año para conmemorar el 300 aniversario de la muerte de Luis de Góngora, lo cual no es de extrañar, pues es bien sabido del oscurantismo de su poesía basado juegos de palabras, paronomasias, hipérbatos…- a la que perteneció Federico García Lorca, cuya obra Poeta en Nueva York es una de las más características:
Nacimiento de Cristo
Un
pastor pide teta por la nieve que ondula
blancos perros tendidos entre linternas sordas.
El Cristito de barro se ha partido los dedos
en los tilos eternos de la madera rota.
blancos perros tendidos entre linternas sordas.
El Cristito de barro se ha partido los dedos
en los tilos eternos de la madera rota.
¡Ya
vienen las hormigas y los pies ateridos!
Dos hilillos de sangre quiebran el cielo duro.
Los vientres del demonio resuenan por los valles
golpes y resonancias de carne de molusco.
Dos hilillos de sangre quiebran el cielo duro.
Los vientres del demonio resuenan por los valles
golpes y resonancias de carne de molusco.
Lobos
y sapos cantan en las hogueras verdes
coronadas por vivos hormigueros del alba.
La luna tiene un sueño de grandes abanicos
y el toro sueña un toro de agujeros y de agua.
coronadas por vivos hormigueros del alba.
La luna tiene un sueño de grandes abanicos
y el toro sueña un toro de agujeros y de agua.
El
niño llora y mira con un tres en la frente,
San José ve en el heno tres espinas de bronce.
Los pañales exhalan un rumor de desierto
con cítaras sin cuerdas y degolladas voces.
San José ve en el heno tres espinas de bronce.
Los pañales exhalan un rumor de desierto
con cítaras sin cuerdas y degolladas voces.
La
nieve de Manhattan empuja los anuncios
y lleva gracia pura por las falsas ojivas.
Sacerdotes idiotas y querubes de pluma
van detrás de Lutero por las altas esquinas.
y lleva gracia pura por las falsas ojivas.
Sacerdotes idiotas y querubes de pluma
van detrás de Lutero por las altas esquinas.
Idelfonso Rodríguez
Gran
parte de la poesía actual española sienta sus bases en toda esa poesía
experimental de vanguardia. Buenos ejemplos de ello son parte de los comprometidos
poetas de la conciencia, entre los que podemos destacar a los del colectivo
Unión de Escritores del País Valenciano como Enrique Falcón, Antonio Méndez
Rubio o Carlos Durá, así como muchos otros que residen fuera de Valencia como
por ejemplo Olvido García Vallés o Ildefonso Rodríguez, al que pertenece el
siguiente poema:
Dos eneros
Hizo
cuentas dijo
en voz alta los años de sus muertos
era la última noche: las doce uvas
en voz alta los años de sus muertos
era la última noche: las doce uvas
pulió
y lijó dos cucharas de madera
la grande y la pequeña
ni olor ni sabor
los guisos del tiempo ido
la grande y la pequeña
ni olor ni sabor
los guisos del tiempo ido
crece
la melancolía de los dos eneros
sueños que se olvidan turrones caídos
y una canción de Atahualpa Yupanki
sueños que se olvidan turrones caídos
y una canción de Atahualpa Yupanki
¿cómo
son las culebras -imaginables-
las culebras blancas que anidan en la nieve?
las culebras blancas que anidan en la nieve?
David González
|
Tinta
Mi otro abuelo
estuvo preso en Oviedo.
En la cárcel provincial.
Después de la guerra.
Todas las mañanas
colgaban una lista
en la puerta de entrada de la cárcel.
En esa lista estaban escritos
los nombres y los apellidos
de todas las personas
a las que el día anterior
habían puesto contra el paredón
o dado muerte
mediante garrote vil.
Imagínate a tu abuela,
me decía mi padre,
sin saber leer ni escribir,
conmigo en brazos,
preguntando a gritos
a las otras mujeres
si tu abuelo
se había convertido
en tinta.
Hemos
tratado de dar cuenta de los diferentes tipos de lenguaje con los que nos
encontramos en la poesía. No es todo tan simple como lo hemos querido plasmar,
pues aquí hemos hecho un esquema muy general –y optimista- desde el siglo XX
hasta nuestros días en el que es imposible hablar de todas las características
específicas. Cada poeta tienen un lenguaje propio y personal, imposible de ser
copiado por mucho que otra persona base sus versos en la obra de aquel, eso sí
disfrutemos de la poesía, de todas las variedades que se han dado y que se
están dando y saboreémosla para recordarla por lo que nos hace sentir. Solo así
se inmortalizará en nuestra memoria y nos traerá en cada nueva lectura todo un
conjunto de sensaciones, al igual que el sabor de la magdalena trasportaba al
personaje de Proust por una gran red de evocaciones del pasado.
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