Mis amigos los libros - Niños feroces, de Lorenzo silva - Ancrugon – Marzo 2012
Mis
amigos los libros
Niños
feroces, de Lorenzo silva
Ancrugon – Marzo 2012-
No estamos sólo ante una novela de guerra, aunque la guerra
tiene un gran protagonismo en su desarrollo, tampoco es un simple estudio sobre
idealismos y sus consecuencias, a pesar de que son ellos los que muevan las
voluntades de sus personajes, ni tan siquiera es la simple narración del viaje
iniciático en busca de la propia identidad de unos jóvenes que caminan entre la
niebla de su inexperiencia, sin embargo esa angustia vital se extiende por cada
una de sus páginas… Entonces, podemos preguntarnos, ¿cuál es la verdadera
lectura de esta novela?...
Alguien, seguramente, pensará que se trata de una historia
de la historia, una narración de un episodio perdido en el tiempo en el que
unos individuos, cuyos nombres aparecen en los libros de texto, pero que sin
embargo no merecen ser recordados sino es para que las nuevas generaciones
aprendan lo que no tiene que ser, se decidieron a apostar sus delirios de
grandeza sobre el tapete de la irracionalidad y del disparate... y, a su
manera, tendrán razón. Habrá quien vea en ella el relato de unos
acontecimientos acaecidos a unos jóvenes, niños todavía, que creían en dogmas,
doctrinas y sociedades “perfectas” a cuya salvación había que entregar la
sangre virgen de sus caminos incipientes... y, ¿por qué no?, también estarán en
lo cierto. Quizá algunas personas encuentren entre sus párrafos la demostración
de que las cosas no cambian, que entonces, como ahora, siempre se envía al
matadero carne fresca con que alimentar al dios de la estupidez... y tendremos
que darle la razón. Pues tal vez, “Niños
feroces”, sea un compendio de todo ello, incluso de mucho más, porque es esta
una obra que posee la virtud de las cosas sencillas, pero importantes,
profundas, que llegan y te atrapan. Sin embargo, hay un espíritu distinto en
ella, algo que para los amantes de la creación literaria no puede pasar
desapercibido, y es que el personaje principal no es ninguno de los dos
Lázaros, el profesor y el narrador, ni tan siquiera Jorge, el “niño feroz”,
porque el personaje central alrededor del cual gira todo es la misma novela, su
propio génesis, su desarrollo, el proceso de investigación y elaboración de una
memoria que se convierte en una historia digna de ser novelada.
Hay tres épocas, tres hombres, tres situaciones que se
relacionan entre sí, pero sin cruces estériles e imposibles, sino cada una en
su plano perfectamente definido y delimitado, aunque, a veces, admitan
comparaciones. Tres jóvenes que en un momento de sus vidas se conocen y
comparten sus vivencias, como nos dice el propio autor: “la historia la cuenta
un veinteañero español de hoy, que nunca ha empuñado un arma. Pero la paradoja
es que gracias a él podemos acercarnos a un personaje extraordinario: uno de
los veinteañeros españoles que vivieron esa campaña atroz en todas sus fases,
hasta la caída de Berlín, y que, voluntarios para la catástrofe, simbolizan
acaso como nadie el absurdo y lo inmoral del recurso a la solución bélica, que
en modo alguno hemos logrado desterrar. Un viaje al pasado lleno de guiños al
hoy.” Pero aquí nos falta el tercero, el intermediario, aquel que en su momento
conoció aquellos sucesos de primera mano del mismo protagonista, aunque jamás
se atrevió a llevarlos al papel con su propia mano y, sin embargo,
posteriormente, ante las dudas creativas de otro joven, es el instigador de tal
proceso, el inspirador del fruto, puesto que en su calidad de profesor debe
enseñar a su alumno como dar cuerpo a las ideas, como crear mundos de los
recuerdos, como construir con las palabras.
El paisaje de fondo es una historia de guerra, la Segunda
Guerra Mundial, para ser más exactos, allá por las blancas y heladas estepas
rusas y por las verdes y fecundas campiñas centroeuropeas. Una guerra vacía de
heroísmos y repleta de miserias, como cualquier guerra, una guerra donde lo
primero que mueren son los ideales, las razones, las justificaciones…, una
guerra donde los supervivientes dejaron de ser ellos mismos para volverse unas
sombras con sólo pasado y para quienes el futuro siempre se reviste de
desconfianza, cinismo y resignación, y para quienes la mejor liberación, sino
la única, es sacarlo todo fuera, hacer cómplices de aquellos hechos que pesan,
que aplastan y que necesitan una justificación… ¿pero la hay?...
Lázaro pretende ser
un escritor, sin embargo se considera incapaz de escribir más allá de cuatro
folios y se lo comunica a su profesor quien, curiosamente, tiene el mismo
nombre… El Lázaro maduro tiene una historia que nunca se atrevió a utilizar,
por lo que decide ofrecérsela al joven, esta trata de la aventura guerrera de
un “niño feroz” surgido de las brasas de la Guerra Civil Española, quien
decide, por convicción o despecho, marcharse voluntario a Rusia con la División
Azul para intervenir en una guerra que no era la suya en apoyo de un país y
unos ideales que, a pesar de todos sus esfuerzos, no llegará a conectar…
El narrador es un joven español actual para quien el
ejército es algo que se ve por la tele y la mili algo que cuentan los padre,
por lo que es difícil comprender para él los motivos de Jorge, aquel otro joven
de espíritu guerrero e idealista de casi setenta años atrás, para dejarlo todo
y marchar a una tierra lejana e inhóspita a dejarse algo más que el sudor y la
sangre.
Lázaro intenta conocer las diversas sensaciones que pueden
aparecer en un campo de batalla y, para ello, se entrevista con diversos
combatientes españoles de la actualidad en las guerras de Irak o Afganistán.
Para el voluntario de la División Azul, la guerra de Rusia
acaba en la sangrienta batalla de Krasny Bor, cerca de la actual San
Petesburgo, pero, sin embargo, al regresar a España y con su familia, se da
cuenta de que no puede quedarse aquí y decide volver al frente y ahora como
miembro de la temida y odiada Waffen-SS…
Lázaro debe aprender a superar sus propios fantasmas y
prejuicios para poder concluir la novela sin tomar parte activa en ella y dejar
que sus personajes tengan su vida y desarrollo propios.
En la novela se refleja perfectamente lo estéril de estos
enfrentamientos incomprensibles, pero tristemente tan frecuentes, y se intenta
llegar hasta la forma de pensar y de ser de unos muchachos que se entregan al
dios de la destrucción, el odio y la muerte, pero que, al contrario de lo que podría
parecer, no son unos monstruos ni unos enfermos y que, a pesar de lo que nos
cueste creerlo acomodados en nuestro sillón mientras leemos, podríamos ser
cualquiera de nosotros si las circunstancias y azar así lo hubiesen dispuesto.
Lorenzo Silva, bien documentado históricamente, ha sabido
construir el ambiente adecuado y los personajes coherentes para poder dar curso
a esta historia, dejando las preguntas necesarias flotando en el aire que nos
atraparán y harán querer seguir leyendo hasta el final para ser partícipes de
unas respuestas universales y, al mismo tiempo, originales y únicas, al
comportamiento humano. “Niños feroces” es, sin lugar a dudas, de esas novelas
que nos enseñan a reflexionar.
Pero nadie mejor que el mismo autor, de quien próximamente
publicaremos una entrevista en exclusiva en esta revista digital, para
presentarnos su propio trabajo:
Para
conocer más sobre la División Azul podemos visualizar el siguiente documental
de La 2 de RTVE, en un coloquio entre Xavier Moreno Julià, Profesor de Historia
de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona; Manuel Ros Agudo , Profesor de
Historia de España en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid; y Jorge Martínez
Reverte, Escritor e Historiador.
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