El perfil del pentagrama: Edith Piaf, por Eva Sion – Junio 2012
Hija
de un acróbata normando que la abandonó nada más nacer, decisión tomada tras reflexiva
pirueta con la ayuda del alcohol al que era bastante aficionado, y de una
cantante ambulante italo-bereber, Édith Piaf (Edith Giovanna Gassion) nació el
19 de diciembre de 1915 bajo una farola de la calle Bellevile, a la altura del
número 72, en la ciudad de París, mientras su madre intentaba llegar al
hospital para dar a luz. A los pocos días, también ella, a quien las ataduras
no le parecían propias de un alma libre, la dejó con su abuela, una mujer
argelina procedente de la Cabilia, quien le llenaba el biberón de vino, en vez
de leche, para eliminar así los posibles microbios… Pero poco tiempo estuvo en
compañía de esta entrañable señora, pues, con la escusa de no tener suficientes
medios para poder alimentarla, se la entregó a su padre, el cual, tras otra
increíble pirueta, esta vez pergeñada por el destino, de nuevo la volvió a abandonar,
aunque por un motivo algo más noble que el anterior, ya que se marchaba al
frente para defender la patria de los malvados alemanes quienes pretendían
invadirla durante la Primera Guerra Mundial, así que la deposító en el regazo
de la abuela paterna, la cual regentaba con gran maña y artificio una casa de
prostitución en la localidad de Bernay, en Normadía, donde, curiosamente,
conoció la niña por primera y posiblemente única ocasión el amor maternal, no
de una, sino de varias madres, pues todas las prostitutas se hicieron cargo de
la pequeña y la alimentaron y cuidaron con cariño y dedicación. Sin embargo,
poco dura la alegría en casa del pobre, y acabada la guerra vuelve el padre
solícito dispuesto a hacerse cargo de su descendiente y decide educarla en la
gran escuela de la vida haciéndola trabajar en miserables circos ambulantes y
cantando por las calles por unas mezquinas dadivas, siguiendo los pasos
artísticos de su madre, que de casta le viene la raza al galgo. Y esta fue la
infancia dudosamente ejemplar e intachable, aunque pocos negarán su aventurera
originalidad, de una de las más gloriosas voces de la música francesa y
mundial…

Y
a la edad de 17 años conoció a su primer amor, un chico de los recados con
quien tuvo una niña que murió a los dos años a causa de meningitis. Pero no
todo tenían que ser desgracias en su vida, además poseyendo tanto talento, esa
increíble voz, tanta fe en sí misma, tanta decisión y fuerza y, si todo lo
anterior era poco, la ayuda incondicional de Louis Leplée, dueño y director de
uno de los más conocidos cabarets de París, Le Gemy’s, quien la descubrió tras
haberla escuchado en la calle y a la que no dudó ni un segundo en contratarla y
lanzarla a la fama grabando su primer disco con la firma Polydor, “Les Mômes de la cloche”, bautizándola
con el nombre de “La Môme Piaf” por
su frágil apariencia:
Pero
todo son moscas a perro flaco y en abril de 1936 Louis Leplée fue asesinado en
casa de Edith, lo cual causó un gran revuelo y ella cayó en desgracia,
perdiendo la protección de su mecenas y debiendo volver a su antigua vida de
cantante callejera o actuando en cabarets de la más baja estofa. Sin embargo,
como Dios aprieta, pero no ahoga, el sol volvió a brillar para ella de la mano
del compositor Raymond Asso, quien la convierte en su amante y la lanza a la
fama como cantante de Music Hall componiendo para ella canciones de éxito como
“Mon lègionnaire”, en 1937:
Su
debut fue todo un éxito. Era un día de marzo de 1936, mientras los vientos
olían a tormenta de guerra por las tierras del Sur, cuando el público parisino
y posteriormente, el del resto de Francia, gracias a la radio, se enamora de
una mujer toda voz y sensibilidad. En 1940 se lanza al teatro y el Bobino se
llenan para escuchar y ver a la magnífica cantante que se hizo a sí misma en
las calles de Paris en un obra de Jean Coctaeu titulada, “La Bel Indiférent”, con la que debutaba como actriz. Y al
siguiente año, al cine, de la mano de Georges Lacombe, interpretando la
película “Montmartre-sur-Seine”. Pero
la tormenta guerrera progresa hacia el Norte y toda Europa invierte sus fuerzas
en derramar la sangre de sus hijos, son malos tiempos para la lírica, como
muchos años después diría un grupo español. Edith cambia su nombre artístico de
“La Môme Piaf” por el definitivo de Edith
Piaf y, durante la ocupación alemana, sigue su carrera artística, si cabe, con
más empeño y presta su voz a canciones con doble sentido contra los invasores y
a favor de la resistencia francesa, o protegiendo a artistas judíos de la
persecución nazi. De esta época es “Tu es
partout”, donde habla de amor y traición:
En
1944, con veintinueve años, Edith debuta en el local más representativo del
planeta del music hall, el Moulin Rouge, donde conoce al cantante y futura
estrella de la música francesa Yves Montand, seis años más joven que ella, de
quien se enamora y decide hacerlo su protegido, compartiendo ambos giras y
éxitos hasta que se separan definitivamente en 1946. Dos años antes Edith había
escrito uno de sus más grandes temas que se ha convertido en un clásico y del
que se han realizado versiones de todos los tipos y colores, me refiero a “La vie en rose”:
Pero
su carrera sentimental sólo acaba de empezar y se promete larga y repleta de
aventuras… En 1947 cruza el Atlántico
para realizar un gira por los Estados Unidos y en Nueva York se enamora del
boxeador francés Marcel Cerdan, campeón mundial de peso medio, con quien vive
su más grande historia de amor. Edith vuelve a París y el promete reunirse con
ella cuando concluyan sus compromisos deportivos en América, pero no lo hará
nunca, pues, por un capricho del destino, su avión sufre un accidente cuando
volaba hacia Francia y él muere en el accidente. Edith, quien en verdad jamás
le hizo ascos a nada, se vuelve adicta a la morfina buscando el olvido de tanto
sufrimiento, sin embargo, en un momento de lucidez surge el “Hymne à l’amour” en memoria de su
amado:
E
intentando sacar un clavo con otro clavo, comienza su desfile de amantes, todos
bastante más jóvenes que ella. En 1951 contrata nada menos que a Charles
Aznavour, de veintisiete añitos, como secretario, chófer y acompañante. Un año
más tarde contrae matrimonio con otro cantante francés, Jacques Pills, de quien
se separa en 1956. Durante ese tiempo intentó dejar su adicción a las drogas,
lo que le da suficiente fuerza para convertirse en una estrella del music hall
norteamericano al triunfar en el Carnegie Hall de Nueva York. Tras la
separación de su esposo conoce a Georges Moustaki, otro jovenzuelo de 23 años
al que lanza a la fama como cantautor y con quien tuvo un grave accidente de
coche del que le quedarían secuelas en la salud y la recaída en las drogas. Por
ese tiempo graba otra de sus más reconocidas canciones, “Milord”:
A
finales de la década de los cincuenta la salud de Edith estaba muy deteriorada,
sin embargo continúa con sus actuaciones y el público de medio mundo la seguía
adorando. Un primer aviso le llega durante una actuación en Nueva York, donde
se desploma sin conocimiento en pleno escenario. Es intervenida quirúrgicamente
y vuelve a París para recuperarse, sin embargo, dos años después regresa a
escena para salvar el teatro Olympia de París, que se encontraba con problemas
financieros y amenazado de cierre, finalidad que consigue tras una serie de
conciertos y donde estrena su nueva canción de fama, escrita por Charles
Dumont, “Non, je ne regrette rien”:
Pero
Edith se mantiene gracias a la morfina y su existencia se sume en la tortuosa y
solitaria senda de la enfermedad, aún así, vuelve a contraer matrimonio en 1962
con otro joven cantante de 26 años, Theo Sarapo, a quien, según sus propias
palabras, ve como un hijo que cuida de su enferma y anciana madre. Edith Piaf
muere el 11 de octubre de 1963 en la villa de Plascassier, en la Costa Azul, a
causa de un cáncer hepático, tenía 47 años. Fue enterrada en París aclamada por
una inmensa muchedumbre como una de las cantantes más queridas y conocidas de
Francia, a pesar de la negativa de la Iglesia católica a realizar una ceremonia
religiosa en su sepelio por considerarla pecadora al estar divorciada… Esta
fantástica mujer quien, saliendo de los estratos sociales más bajos, logró
encumbrarse a lo más alto de la música mundial de su época, descansa, en el
cementerio de Père Lachaise de París, de una vida intensamente vivida hasta el
último momento.
ResponderEliminarJesús (viernes, 22. junio 2012 12:11)
Gran voz y de gran merito, por haber llegado a lo mas alto,partiendo de lo mas bajo.